La historia en el Nuevo Testamento (Biblia)

El Nuevo Testamento no es una recopilación de máximas, reflexiones y meditaciones desconectadas de la realidad histórica. Por el contrario, sus archivos se ocupan de una figura histórica, Jesús de Nazaret, y aluden a los conflictos que debieron enfrentar sus incondicionales en una gran diversidad de entornos específicos dentro del Imperio romano. Pero, este desasosiego por los capítulos, los personajes y las circunstancias históricas no significa que el Nuevo Testamento se someta a intereses históricos a lo largo del tiempo únicamente.

La restauración histórica de la etapa inspirada en las fuentes del Nuevo Testamento presenta una serie de impedimentos. Primeramente, los archivos están organizados conforme un criterio teológico, y no desde un enfoque cronológica. Los Evangelios están ubicados en primer lugar porque expresan la historia de Jesús, aunque fueron escritos entre el 70 y el 90 d.C., hasta unos 60 años tras su fallecimiento. Hechos de los Apóstoles data igualmente de esta etapa. Pero, las epístolas de Pablo son previos y han sido situadas en la década entre el 50 y el 60 d.C., ya que fueron compuestas en el intervalo de la obra misionera de Pablo. Los demás libros, que pueden datarse entre el 90 y el 150 d.C., evidencian la situación de la Iglesia en el periodo post-apostólico. En segundo lugar, los archivos no revelan demasiado interés en la historia como proceso en el tiempo, en parte porque sus autores creían en la inminencia del final de los tiempos. En tercer lugar, el Nuevo Testamento no es un solo libro, sino un compendio eclesiástico, preservado con el propósito específico de emplearse para el culto, la predicación, la educación y la controversia. Cuarto, todos los archivos fueron escritos por defensores de la fe cristiana con el objeto de establecer e instruir en la fe; por lo cual, aunque contienen alusiones históricas, no conforman reportes históricos. Añádanse a estos impedimentos la falta de numerosas alusiones sobre Jesús y de sus incondicionales en otras fuentes contemporáneas y se comprenderá por qué son nulas las oportunidades de terminar una historia detallada.

Pero, los especialistas coinciden en cuanto al entorno en el tiempo general. Los primordiales puntos de amparo se hallan en Lucas y Hechos, que sitúan la narración de la vida de Jesús y los comienzos de la Iglesia dentro del entorno de la historia judía y romana. El Evangelio de Lucas asegura que Jesús inició su ministerio en el decimoquinto año de reinado de Tiberio (Lc. 3,1), que sería el 28-29 d.C. Los cuatro Evangelios coinciden en que Jesús fue crucificado en el momento en que Poncio Pilatos era administrador de Judea (26-36 d.C.). El ministerio de Jesús tuvo lugar entre el 29 y el 30 d.C. si se acepta la versión de que duró un año, o entre el 29 y el 33 d.C. conforme la teoría de que se prolongó entre tres y cuatro años.

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