Rezos y servicios religiosos del judaísmo

Para los judíos, toda la vida es un continuo acto de adoración divina. “Tener a Dios siempre delante de mí” (Sal. 16,8). Este verso que está inscrito en el frontis de numerosas sinagogas, muestra muy bien la piedad judía.

Por tradición, los judíos rezan tres veces al día: por la mañana (shaharit), por la tarde (minjá) y al anochecer (maariv). Se considera que estos tres momentos de oración son concernientes a a los tiempos en que los sacrificios se ofrecían en el templo de Jerusalén. Tanto así, como de otras maneras, el judaísmo rabínico aún conserva la estructura del ya abandonado culto en el templo. Las congregaciones mínimas (minyán) para rezar están formadas por conjuntos de diez hombres.

El único elemento que se precisa para todos los servicios religiosos judíos es el de una serie de bendiciones denominadas Tefillá (rezo); igualmente recibe el nombre de Amidá, o rezo de pie, porque se recita en esa posición, y el Shemoné Esré, que recibe este nombre porque inicialmente se encontraba compuesto por dieciocho bendiciones. Hoy en día, los rezos que se realizan durante los días de semana se constituyen de diecinueve bendiciones, dentro de las que se incluyen trece peticiones por el bienestar y por la restauración mesiánica. A lo largo de cada shabat y en las diferentes festividades, estas peticiones se reemplazan por rezos especiales que son concernientes a a esas celebraciones. La segunda oración en relevancia es el Shemá que se reza por la mañana y al atardecer. Todos los servicios religiosos concluyen con dos rezos mesiánicos: el primero se llama Alenu; el segundo es una doxología aramea denominada Kadish. Como señal de religiosidad a Dios, durante los rezos matinales de los días ordinarios de la semana, los judíos adultos observantes llevan un chal de oración con flecos denominado talit (los flecos se llaman tsitsit) y unas filacterias (cajas de oración denominadas tefilín). Ambas tradiciones provienen de algunos pasajes de las escrituras que se recitan y que son concernientes a a la Shemá. Como tercera tradición, ponen una mezuzá (caja de rezo) en la entrada de la casa, como una manera de rememorar que Dios está en todas partes. Como señal de respeto hacia Dios, se cubren la cabeza para rezar, ya sea con un sombrero o con un casquete (kipá; en yidis, yarmulke). Los judíos más bondadosos siempre llevan la cabeza cubierta, consintiendo así la perseverante presencia de Dios.

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