Medidas de control surgidas en la industria farmacéutica tras el caso de la talomida

En la década de 1950 la industria farmacéutica alcanzó su mayoría de edad. Los laboratorios farmacéuticos alemanes, belgas, británicos, franceses, suecos y suizos confeccionaron fármacos nuevos y eficaces (y a veces no tan eficaces). El mercado se vio inundado de nuevos antibióticos (penicilinas modificadas químicamente para no dejar piedra sobre piedra en a las bacterias que se habían suceso resistentes a los artículos más antiguos), antihistamínicos para procurar alergias como la urticaria o la fiebre del heno, nuevos analgésicos, somníferos y anestésicos, a medida que las compañías farmacéuticas invertían cada vez más en pesquisa y desarrollo.

Los titulares de los periódicos europeos comenzaron a evidenciar críticas por la falta de control del sector a raíz del desastre de la talidomida. Este fármaco fue descubierto en Alemania en 1953 y comercializado en ese país en 1956.

La talidomida era un tratamiento eficaz para la depresión de los primeros meses del embarazo, un trastorno que a veces llevaba al suicidio a algunas mujeres. Pero, a finales de la década de 1950, se observó que el número de niños nacidos con integrantes desarrollados de forma incompleta era estadísticamente mayor entre los hijos de madres tratadas con ese fármaco. Experimentos ulteriores con animales procuraron mostrar que la talidomida dañaba el crecimiento de los integrantes en el embrión e interrumpía el avance normal de éstos. La divulgación de este hallazgo hizo que el fármaco se eliminase de todos los países. La compañía germánica fue imputada de camuflar pruebas y desapareció deshonrosamente.

A partir de 1970 se arraigaron en muchos países organismos gubernamentales para manejar la calidad, los ensayos clínicos y el empaquetado, etiquetado y distribución de los fármacos. Conceden autorizaciones tanto para los fármacos como para sus fabricantes y sus investigadores tienen derecho a visitar en cualquier momento las instalaciones donde se fabrican y almacenan artículos farmacéuticos. Otros organismos son culpables de manejar la fabricación y distribución de medicinas y artículos de crecimiento para animales. La distribución de los copiosos fármacos disponibles a las miles de farmacias y clínicas existentes sería casi imposible sin los servicios de distribuidores mayoristas inteligentemente ubicados que realizan suministros diarios. Las farmacias locales, el último eslabón en la cadena del suministro de fármacos a los habitantes, son inspeccionadas por agentes culpables de los desemejantes ministerios o departamentos de Sanidad.

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