Evolución del diseño de tipos

Los primeros diseños de tipos se inspiraban en los obras escritas manuscritos inspirados en la caligrafía y florecieron en Europa a lo largo del siglo XV (véase Manuscrito; Manuscritos miniados). Conforme el arte de imprimir se fue difundiendo por la totalidad del continente, el diseño de los tipos comenzó a evidenciar algunos agrados y tradiciones nacionales e incluso regionales, sin embargo invariablemente reproducían los ejemplares trazados a pluma. Dado que así pues se empleaban decenas de ligaduras (o letras unidas: Æ, por ejemplo) y de contracciones, no era raro que una familia de tipos constase de 200 a 300 caracteres diferentes. Cerca de 299 diferentes se emplearon para constituir la Biblia de Gutenberg.

A finales del siglo XV se habían consolidado en Europa dos estilos primordiales de letra manuscrita. En el norte de Europa, predominaban las letras negras o góticas, que comprendían desde la textura formal a las grafías más informales y cursivas como Lettre Bâtardes y Fraktur. El otro estilo de escritura manual, denominada a veces humanista, halló su máxima expresión en Italia. Con sus mayúsculas inspiradas en las letras de inscripciones romanas y las minúsculas inspiradas en las grafías de la minúscula carolina, este tipo de escritura se usó en la mayoría de las obras escritas manuscritos del renacimiento italiano.

Aun en el momento en que ambas tenían una apariencia estética, la grafía humanista gozaba de holgada aceptación por su legibilidad. Los tipos derivados de estas grafías recibieron el nombre de romanos, palabra que aún denomina toda la gran familia de diseños predominante a lo largo de cinco siglos de fabricación de libros. Uno de los trazos característicos de los tipos romanos es el rasgo (serifa o gracia), el pequeño trazo terminal dibujado en ángulo recto u oblicuo en relación de los trazos ascendentes o descendentes de la letra.

Son muchos los sistemas de clasificación ideados para estructurar las familias de tipos conforme ciertas características comunes. El conjunto más numeroso de diseños, muy por encima, lo forma la categoría de los romanos, que se puede dividir en varios subconjuntos conforme la evolución de determinados trazos distintivos. Los primeros estilos romanos, denominados frecuentemente venecianos antiguos, se diseñaron a lo largo del siglo XV y responden a las iniciales representaciones de las grafías humanistas. La más extendida se debe a Nicolás Jenson (muerto hacia 1480), un diseñador de tipos e impresor francés asentado en Venecia en 1470. Los tipos venecianos se explican por el exiguo contraste entre las partes gruesas y finas de las letras y por la inclinación del trazo horizontal de la e minúscula.

Hacia 1500 apareció otra variante de la grafía humanista. Bautizados como estilos antiguos aldinos, el primero de estos nuevos tipos de letra fue el resultado de un requerido del gran erudito e impresor veneciano Aldo Manuzio. La nueva tipografía presentaba un contraste ligeramente mayor, poseía un aspecto más regular y trazos transversales horizontales. Aldo encargó el primer juego de tipos en cursiva, que se usó por primera ocasión en 1501 para una publicación de bolsillo de la Eneida del poeta romano Virgilio. A lo largo del siglo XVI florecieron refinamientos ulteriores del modelo aldino, con unos romanos espléndidos diseñados por Claude Garamond y las cursivas correspondientes por Robert Granjon, dos fundidores parisienses. A finales de ese siglo, los romanos de Garamond y otras numerosas variantes de éstos se habían asentado por toda Europa.

La dependencia del diseño de los tipos en relación de los modelos trazados a pluma fue disminuyendo sucesivamente hacia finales del siglo XVI. Los impresores ya no tenían ninguna razón para temer la competencia de los calígrafos, al tiempo que los diseñadores descubrían vertiginosamente que la superficie metálica rígida del punzón de hierro suministraba oportunidades casi ilimitadas para grabar formas de letras imposibles para un cálamo. Junto con el uso sucesivo de los principios geométricos, el arte de fundir tipos recibió carta de naturaleza como tecnología inspirada en la producción y no únicamente en la imitación.

A lo largo del siglo XVII se introdujeron en las fundiciones holandesas modificaciones importantes a los diseños del antiguo estilo. A pesar de que dimanaban de los modelos Garamond, los tipos holandeses eran más robustos. Los diseños holandeses influyeron en los trabajos del primer fundidor inglés importante, William Caslon. Sus tipos respondían al estilo antiguo en cuanto a carácter, resultaban legibles y amables de aspecto, sin embargo carecían de los refinados trazos de los Garamond.

La calidad de las redacciones de impresión y del papel mejoró tanto durante el siglo XVIII que aceptó fundir tipos con detalles impensables hasta ese momento. Tenían mayor contraste y proyección vertical y mayor delicadeza de rasgos. El impresor y fundidor inglés John Baskerville ejerció un papel decisivo en el abandono de los estilos antiguos durante este importante periodo de transformación. A pesar de que no fue el primero de estas características, los tipos de Baskerville resultaban hermosamente suministrados, y gozaron de gran reconocimiento tanto en Europa como en Estados Unidos, donde Benjamin Franklin fue uno de sus pioneros. Estos tipos, junto con otros semejantes, se suelen catalogar como de transformación.

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