Alegoría

Alegoría, derivada del verbo griego allegoréo, que significa ‘dialogar o esclarecer figuradamente’, la alegoría es una figura retórica que encadena varias metáforas para trasmitir un significado figurado y oculto.

Una de las alegorías más extendidas y asimiladas es la de la Justicia: una mujer con los ojos vendados (metáfora de la ecuanimidad) que sustenta una balanza (metáfora del equilibrio entre lo positivo y lo negativo, peso y contrapeso). Ligada al pensamiento y a las convenciones religiosas, la eucaristía católica puede comprenderse como una dramatización alegórica: pan y vino (cuerpo y sangre de Cristo) que se ingieren para transustanciarse, para integrar a Cristo. La alegoría se acoge frecuentemente a la personificación y, además de a la metáfora, está muy próxima al símbolo —del que se discrepancia por su valor más unívoco—, a géneros literarios como la fábula y la parábola y a la literatura de tentativa didáctica habitualmente.

Figura de gran divulgación durante el medievo, vale la pena conocer su uso en una obra como el Anticlaudiano de Alain de Lille, del siglo XII. Allí aparece el carro alegórico ideado por Fronesis (la Sabiduría) para desplazarse a los cielos y que construyen siete jóvenes (las siete Artes Liberales, atributos de Fronesis): la Gramática hace el timón, la Dialéctica el eje, la Retórica dora las piezas y las cuatro restantes —Aritmética, Música, Geometría y Ascetromía— se encargan de las cuatro ruedas. Los cinco sentidos, como caballos, constituyen el tiro. La alegoría del carro se remonta a fuentes antiguas y bíblicas y regresa a surgir en Dante Alighieri en la imagen del carro de la Iglesia, con las virtudes teologales y las cardinales. Igualmente del siglo XII es la famosa alegoría sobre el amor Roman de la rose, de Guillaume de Lorris y Jean de Meun. En la literatura española, merecen citarse los Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo, donde el prado es el paraíso, las fuentes los evangelios, las flores los nombres de la Virgen, o las aves los santos. La alegoría se prolonga entrecruzándose con el entresijo en los emblemas, tan frecuentes en el renacimiento, donde a una imagen se le añade un lema que expresa o insinúa la tentativa moral de la figura. Fueron célebres los del italiano Alciato, de gran popularidad en España donde, entre otras, se sobresalen las Emblemas moralizadas de Hernando de Soto (1599).

Una obra contemporánea como Paradiso, del escritor cubano José Lezama Lima, conjuga las fuentes alegóricas clásicas y medievales con su universo simbólico específico. Uno de los personajes primordiales de esta obra literaria en prosa se llama, precisamente, Frónesis. La alegoría se vincula igualmente con las obras escritas donde domina el tono profético y de anticipación o la sátira de tradiciones: es el caso de Rebelión en la granja, de George Orwell. En cine, Ana y los lobos, de Carlos Saura, alegoriza las fuerzas y poderes que sustentaron la conducta franquista en España.

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