Francia anexionó Argelia en 1834, contextoque desencadenó una agitada resistencia entre las tribus bereberes, acostumbradas al débil control turco. Su cabecilla, Abd al-Qadir, que aseguraba ser descendiente de Mahoma, usó estrategias de ataque y renuncia que fueron muy efectivas; no fue sometido absolutamente hasta 1847 y aún en la actualidad es venerado como héroe por los nacionalistas argelinos.
Con Abd al-Qadir distanciado, Francia comenzó a colonizar Argelia y los colonos europeos aparecieron en masa. Para promover este proceso, los franceses confiscaron o adquirieron terrenos de los propietarios musulmanes a precios bajos. Argelia se transformó en un departamento de ultramar de Francia, controlado completamente por la minoría europea, los colons (colonos), que pasaron a constituir una elite privilegiada. Con la ayuda de grandes entradas de capital, realizaron una economía moderna, con industrias, bancos, escuelas, tiendas y servicios semejantes a los existentes en su país. La agricultura argelina se adaptó a la economía francesa; grandes fincas produjeron vinos y cítricos para exportar a Francia, tal como África del Norte había servido antes a Roma. Algunos europeos hicieron grandes riquezas, sin embargo la mayoría eran pequeños granjeros, comerciantes, mercaderes y empleados de fábricas. Todos, sin embargo, compartieron su convicción sublimada en la Algérie française, la Argelia francesa.
La población musulmana, aunque se bonificaba de los servicios sociales y del avance económico, permanecía en desventaja aun siendo mayoritaria, estando sujeta a copiosas restricciones. Según las leyes francesas, no podían conmemorar actos públicos, llevar armas de fuego o dejar sus hogares o pueblos sin autorización. Legalmente, eran vasallos franceses, sin embargo para transformarse en habitantes franceses, con plenos derechos, tenían que abandonar a sus convicciones. Pocos lo hicieron.
La población musulmana creció vertiginosamente; hacia 1930 alcanzaba los 5 millones. Una pequeña minoría, educada en escuelas francesas, acogió la cultura francesa, aunque no fue aceptada completamente por los colons. De este conjunto apareció el impulso inicial del nacionalismo argelino.
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