Las alianzas europeas político-militares

Cuando Francia, Gran Bretaña, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo sellaron el Tratado de Bruselas (1948), estableciendo una alianza defensiva dirigida especialmente contra el bloque soviético, se esbozó la producción de una organización político-militar común. La experiencia del conflicto bélico había demostrado lo dificultado que resultaba establecer un mando único a lo largo de los combates. Se trataba, pues, de establecer en tiempo de paz un mando único, que se materializó en la producción de un Estado Mayor interaliado en Fontainebleau. La Unión Europea Occidental (UEO), desarrollada en 1955, recogía las cláusulas del Tratado de Bruselas, rechazaba el ingreso de nuevos integrantes y se dotaba de un Consejo de Ministros y de una Asamblea.

De la misma manera, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), desarrollada en 1949, que selló la alianza entre diversos países de Europa Occidental y Estados Unidos, cuenta con un Consejo estable. La alianza es tanto política como militar y la organización de una defensa común corre pareja con el acercamiento de las correspondientes políticas exteriores. El propósito de la OTAN no es apenas “salvaguardar la paz y la seguridad” en el Atlántico Norte, sino igualmente “realizar la estabilidad y la comodidad” en la zona.

En el bloque antagónico, el Pacto de Varsovia (acuerdo de defensa recíproca sellado por los países comunistas de Europa Oriental en 1955) fijó igualmente un mando unificado. Adicionalmente de una alianza militar, constituía un instrumento político para asegurar el dominio de la Unión Soviética sobre el bloque comunista. El Pacto se disolvió el 1 de julio de 1991, en el momento en que sucedía el hundimiento de los regímenes comunistas y se rompieron los lazos de dependencia mutua.

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