Hidrografía y clima de Castilla y León

El Duero, con 895 kilómetros de longitud, es el río que domina la comunidad. Nace en los picos de Urbión y desemboca en el océano Atlántico en la ciudad portuguesa de Oporto. Su cuenca tiene 79.326 km2 y recoge las rebosantes aguas de lluvia y los aportes pluvio-nivales de las montañas que casi circundan la meseta Central, lo que le transforma en el segundo río más caudaloso de la península Ibérica, con 570 m3/seg. El Esla y el Pisuerga son sus primordiales afluentes por la margen derecha, mientras que por su izquierda destacan el Eresma, el Adaja y el Tormes. Los copiosos embalses —Saucelle, Villalcampo o Castro— resultan decisivos para la actividad financiera de la región. Otros cauces fluviales son los del Cares y el Sella, que vierten sus aguas al Atlántico, el Tiétar y el Alberche, que son tributarios del Tajo y, por último, algunos afluentes del Ebro.

El clima mediterráneo queda cambiado por aspectos de tipo continental debido a la altitud de estas tierras y a las montañas que dificultan la influencia marítima. Las temperaturas son excesivas, con fríos inviernos en los que la temperatura media es de 4º C, y en los que se registran con cierta frecuencia valores mínimos en torno a los -15 ºC. Las bajas temperaturas son habituales desde octubre hasta abril-mayo. Los veranos son breves y suaves, con temperaturas cuyo promedio se sitúa en los 21 ºC, y en los que lo más característico es la imputada oscilación térmica entre el día y la noche. Las precipitaciones son nulas, aunque debido a la gran superficie de la comunidad existen distinciones entre las zonas interiores de la meseta, que son más secas, y las montañas periféricas, donde aumentan hasta alcanzar en algunos enclaves los 1.900 mm, como en los Ancares leoneses, cerca de Galicia.

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