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Ofrendas en Birmania y Camboya

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Wat Phra Kaeo

Esta manifestación, más conceptual que visual, resulta crítica para comprender la estable realización y donación de arte efímero, parte importante, aunque asiduamente olvidada, de la cultura del Sureste asiático. En Birmania se venden las ofrendas en paquetes ya preparados a lo largo de la vía que conduce a la pagoda. Estos envoltorios, de papel de brillantes colores, contienen sombrillas en miniatura y una banderita con los días de la semana.

La semana birmana tiene ocho días, pues el miércoles se organiza en dos. Cada día está relacionado con un animal, como la rata o el elefante. En casi todas las pagodas hay una capilla para cada día de la semana —cada una con una imagen de Buda y una estatua del animal correspondiente—, en las que se depositan numerosas de las ofrendas efímeras, y para terminar el rito, se suele volcar agua sobre la imagen de Buda.

En los puestos ambulantes que se hallan en los trayectos de las pagodas birmanas se compran igualmente estatuas de nat, o imágenes del bo-bo-gyi (literalmente, ‘gran padre’) o de Buda, así como relaciones de búhos de cartón piedra. En algunas pagodas es posible alcanzar igualmente obras escritas religiosos y regalos dirigidos a los futuros monjes.

La visita a una pagoda es, pues, una labor activa. Algunos días hay sermones, sin embargo el ciclo devocional es perseverante, por lo que la demanda estable estimula la realización de arte religioso, en el que se introducen frecuentes innovaciones que suelen afectar especialmente a los materiales más que a la forma de los objetos. Por ejemplo, se aprecia la realización masiva en la proliferación de imágenes de plástico, aunque la mayor parte de ellas son aún de madera y talladas a mano. Se han introducido pinturas acrílicas de colores brillantes, muy del gusto local, que igualmente se aplican de manera manual. En general, la forma de los objetos efímeros ha seguido siendo la misma durante muchos siglos.

Lo mismo ocurre en Camboya, donde las ofrendas constituyen la base de la devoción específica. Las rebeliones que han agitado al país durante los últimos años han diezmado la población monástica y han acarreado la destrucción de muchos wat (templos). Mientras en la Tailandia budista y en Birmania, los monasterios siguen siendo los depositarios de estimables reliquias y de imágenes de Buda, los templos de Camboya han sido saqueados. Los jemeres rojos son los culpables de la destrucción de muchos objetos, sin embargo son incontables los que han sido vendidos a coleccionistas.

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