Alá

Alá (en árabe Allah), en el islam, nombre dado a Dios. Los conceptos de deidad en el islam tienen mucho en común con los del judaísmo y el cristianismo. Dios es visto como uno solo, perfecto, no desarrollado, eterno, omnipotente y como el autor (o para algunos filósofos medievales, la fuente) del cosmos. Los musulmanes han recalcado, de forma habitual, la unidad y unicidad de Dios sobre todas las cosas. En discusiones entre las diferentes tendencias islámicas, y en otras mantenidas con devotos de otras convicciones monoteístas, frecuentemente, se ha imputado a los constituyentes de conservar diferentes exposiciones que son incompatibles con la unicidad de Dios.

Sobre los orígenes de la palabra árabe Allah, que está conectada con la palabra Dios en otras lenguas semíticas se han dado varias representaciones. La razón aceptada mayoritariamente es que procede de la contracción de al-ilah, ‘el Dios’. Sugiere que los árabes paganos de la Arabia preislámica, aunque adoraban a muchos dioses, habían consentido que uno de ellos era superior a los otros. Esta deidad se encontraba asociado en específico con la Kaaba en La Meca, y recibía el nombre de al-ilah, que, seguidamente, se transformó en Allah. Mahoma usó este nombre ya existente para referirse al único Dios del cual era profeta. Algunos eruditos han procurado esclarecer el origen del término como un préstamo de la lengua aramea o de alguna otra lengua, teoría que no ha tenido gran aceptación.

En el islam se usan frecuentemente otros nombres para referirse a Dios. Expresan habitualmente cualidades individuales o atributos divinos. Entre los más frecuentes se hallan al-Rahman (‘el misericordioso’) y al-Rahim (‘el compasivo’). Según la tradición hay 99 nombres para referirse a Alá, que en conjunto se denominan ‘los nombres más bellos’. Son frecuentes los nombres propios de musulmanes formados por uno de los nombres de Dios antecedido de la palabra abd (‘siervo de’): Abd Allah, Abd al-Rahman, Abd al-Rahim, etc.

La producción de una elaborada y compleja teología, esto es, un cuerpo de literatura que estudia los conflictos concernientes a la naturaleza de Dios y su relación con el mundo, fue uno de los mayores logros de la etapa formativo del islam. Las más arcaicas obras de teología musulmana provienen del siglo IX d.C. (siglo III en la cronología musulmana). La teología en el mundo islámico se denomina kalam (en su sentido literal ‘debate’ o ‘argumento’) y sus conceptos, terminología y asuntos están muy asociados con los propios de la teología judía y cristiana al realizarse éstos conforme la concepción y mentalidad islámica.

Uno de los primordiales conflictos debatidos en el kalam es si los actos humanos son desarrollados por propia intención o están predeterminados por Dios. Por un lado, Dios es visto como la razón y autor de todas las cosas, el que conoce y prevé todo. Por otra parte, se muestra que Dios hace a los hombres culpables de sus actos y los premia o castiga de conformidad con éstos. Estas dos proposiciones son, en cierto modo, contradictorias. Si una asegura el poder definitivo de Dios, hay el apuro de presentarle como un tirano arbitrario que atormenta a los hombres apenas por su propio placer. Si la otra indica la responsabilidad que tiene el hombre sobre sus acciones, hay el apuro de negar la omnipotencia de Dios.

Algunos teólogos musulmanes, en específico los que pertenecen a la escuela de Mutazila que floreció en el siglo IX, recalcaban la libre intención humana. Argumentaban que la justicia era un carácter necesario de cualquier definición de Dios y que, puesto que Dios debe ser justo, los seres humanos deben ser libres al tomar la elección entre el bien y el mal. Los que propugnaban valoraciones contrarias a las de esta escuela argumentaban que este punto de vista concedía límites inaceptables al poder de Dios, y que la justicia no es una abstracción independiente de la intención divina. Si Dios lo anhelara, podría haber establecido un orden moral opuesto al existente en la actualidad. El deber del ser humano es respetar la ley de Dios tal y como la ha revelado a través de su profeta, sin pretender comprender las razones de sus decisiones.

Se realizaron varias representaciones que procuraban conservar tanto la omnipotencia de Dios, como la responsabilidad de los hombres sobre sus propios actos. La más conocida y la que fue asumida por muchos musulmanes suníes, se asocia con la escuela de al-Ashari. Para sus constituyentes, Dios es el autor de todas las cosas y por resultante la fuente última de los actos humanos, sin embargo el ser humano individual tiene la responsabilidad de sus actos porque los ‘adopta’. El concepto de adopción’ es la característica destacada del enfoque de esta escuela teológica con en relación a cómo debe reconciliarse la omnipotencia divina con la libre intención humana.

Otro conflicto que preocupaba a los teólogos musulmanes era si Dios tiene ‘atributos’ y, si es así, cómo se relacionan con la naturaleza divina o esencia. El Kalam apareció en una atmósfera intelectual donde las ideas filosóficas de la arcaica Grecia y su desarrollo siguiente se encontraban muy presentes. La discrepancia entre la esencia y los atributos en los seres era uno de sus elementos característicos. En relación con Dios, el conflicto era si un ser humano podía dialogar, por ejemplo, de su vista, oído o palabra sin implicar que Él es más que un ser humano. Si pensamos que Dios tiene vista como atributo diferente de su esencia, justifican algunos que hay más de un ser no desarrollado. Dado que ser un ser no desarrollado es una característica propia de Dios, estaríamos diciendo que hay más de un único Dios.

Los teólogos musulmanes conocían la doctrina de la teología cristiana que asegura que Jesús es la palabra de Dios no desarrollada, y aquéllos que negaban la oportunidad de atributos no desarrollados diferentes de la esencia divina podrían haber procurado prevenir los constituyentes politeístas que llevaba consigo la doctrina cristiana de la Trinidad. Para la escuela teológica de Mutazila, prevalecía la idea de negar la oportunidad de que Dios tuviera atributos no desarrollados, separables de su esencia.

La controversia con en relación a los atributos se extendía a otros asuntos. Se asociaba con el argumento sobre si el Corán es desarrollado o no desarrollado. El Corán es estimado en el islam como la palabra de Dios (kalam Allah). Puesto que la comunicación verbal es un atributo, la escuela de Mutazila y otros teólogos insistían en que el Corán no puede considerarse no desarrollado sino que ha surgido en el tiempo. Los convencionalistas se refutaron a admitir esto, y se vieron en el menester de contestar estas aseveraciones insistiendo en que el Corán es no desarrollado. Los convencionalistas tuvieron triunfo y sus puntos de vista fueron consentidos por la teología suní del islam. Algunos otros conjuntos de musulmanes admitieron el enfoque de que el Corán fue desarrollado en el tiempo.

Otro aspecto de la discusión es el relativo al tipo de lenguaje en el cual uno habla de Dios. En general, los monoteístas han hablado de Dios de forma antropomórfica. En la Biblia y en el Corán, Dios es reseñado sentado en un cetro, extendiendo su mano hacia delante, teniendo una cara, etc. Aquellos que compartieron los puntos de vista de la escuela de Mutazila consideraron este tipo de lenguaje como inapropiado e inaceptable. Para ellos supone que Dios tiene atributos y que, puesto que se le compara a su producción, eso lleva a una concepción de la deidad demasiado limitada. Algunos argumentaban al igual que los defensores cristianos de la ‘vía negativa’, que uno no puede decir nada positivo sobre Dios, sino apenas lo que no es. Unido a esta discusión sobre la lengua antropomórfico sucedía un enfrentamiento sobre si el devoto verá a Dios tras el fallecimiento. El punto de vista convencional, que alude a los versículos del Corán como una prueba, es que sí podrá; nuevamente la escuela de Mutazila consideró que esta doctrina envolvía una concepción errónea de la naturaleza de Dios e pretendieron esclarecer el versículo coránico como una clase de metáfora.

Como en el caso del enfrentamiento sobre la predeterminación divina y la libre intención humana, el gran contraste inicial entre las valoraciones de los incondicionales de Mutazila y sus contrincantes convencionalistas condujo al final a varias consideraciones que buscaban un término medio. Los convencionalistas habían repetido en la realidad de los atributos, sin embargo sin cuestionar cómo y sin que esto implicara establecer cualquier comparación entre Dios y sus criaturas. Los incondicionales de al-Ashari formularon después una doctrina que negaba su realidad dentro de la esencia divina e insistían en que no son idénticos a Dios sin embargo tampoco diferentes de Él.

Estos enfrentamientos no se quedaron en un nivel intelectual y teórico. Estaban conectadas con combates políticas sobre el conflicto básico de la naturaleza y fuente de autoridad religiosa en el islam. En la primera mitad del siglo IX, los incondicionales de Mutazila se encontraban apoyados por el califato, y sus puntos de vista teológicos fueron tenidos por ortodoxos. Pero, al final, vencieron sus contrincantes convencionalistas, quienes igualmente se contraponían a que los califas tuvieran autoridad religiosa en el islam. Las valoraciones de los convencionalistas se transformaron en preponderantes en la concepción suní, donde siguieron desarrollándose y sistematizándose de una forma cada vez más elaborada. Muchas de las valoraciones de los incondicionales de Mutazila fueron asumidas por los chiitas y otros conjuntos opuestos a los suníes.

En los primeros siglos del islam la existencia de Dios se asumía de forma simple, como un suceso autoevidente. Pero, hacia el siglo XI (el siglo V musulmán), el avance de la filosofía de algunos pensadores musulmanes parecía resguardar el menester de procurar de esclarecer la existencia de Dios. El pensamiento filosófico, en esa etapa, se vio influenciado de forma muy significativa por el aristotelismo, y se comprendía que Aristóteles había defendido que el mundo era no desarrollado y eterno. Probablemente para igualar esta doctrina se formularon varios argumentos para esclarecer la existencia de Dios. Dichos argumentos son semejantes a algunos de la teología cristiana: unos recalcan el menester de que exista una primera causa, otros tienen que ver con la producción del Universo, y hay algunos que consideran el carácter contingente del Universo.

Hay algo de cierto en la consideración de que la teología islámica no tiene la misma relevancia que en el cristianismo, sin embargo sería erróneo subestimar hasta qué punto los musulmanes han investigado una serie de cuestiones surgidas del dogma básico de que ‘no hay deidad sino Dios’.

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