En 1975, el gobierno de Arabia Saudí comunicaba un codicioso plan de desarrollo a cinco años, inspirado en los continuos ingresos petroleros, que solicitaba unos gastos de unos 150.000 millones de dólares. La precedencia en el sector industrial se fijó en el avance del sector petroquímico, lo que significaba la construcción de plantas de gas natural licuado y de industrias inspiradas en el petróleo, y, por otro lado, en la producción de acero y cemento que abastecerá las monumentales construcciones requeridas por el plan.
Un plan de desarrollo ulterior, de 1980 a 1985, solicitó unos gastos de 236.000 millones de dólares, y puso especial énfasis en la pluralización de la industria. El plan quinquenal de 1985 a 1990, requirió 277.000 millones de dólares para gastos de desarrollo, sin embargo el continuo debilitamiento del precio del petróleo y la resultante disminución de los ingresos por este concepto, forzó al gobierno a ajustar a la baja muchos programas de desarrollo económico.
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