Final de edad media y principios del renacimiento en Alemania

A finales del medievo, la gran estirpe de duques se había extinguido y se desarrollaron nuevos principados. Tres casas reales —Habsburgo, Wittelsbach y Luxemburgo— combatieron por los derechos dinásticos de la corona imperial.

7.5.1 Rivalidad principesca

En 1273, los electores pusieron fin al Gran Interregnum al tomar la elección emperador a Rodolfo de Habsburgo, un príncipe menor de Suabia incapaz de reembolsar las características imperiales que habían sido usurpadas. Rodolfo I de Habsburgo se concentró en agrandar las posesiones de su familia. Ayudado por los Wittelsbachs y otros, derrotó al monarca de bohemia, Premysl Otakar II, y reconquistó las posesiones que éste había usurpado —Austria, Estiria, Carintia y Carniola— para sus dos hijos, así que hizo de los Habsburgo una de las grandes potencias del Imperio.

Tras el fallecimiento de Rodolfo, los electores eligieron a Adolfo de Nassau sin embargo lo depusieron en el momento en que impuso desmesuradamente su autoridad. Alberto I, su sucesor, exhibió sus anhelos de incrementar su territorio sin embargo falleció en una peregrinación a Suiza. En la búsqueda de un nuevo emperador, los electores votaron a Enrique, conde de Luxemburgo. Inquieto por resarcir los derechos imperiales en Italia, Enrique VII cruzó los Alpes en 1310 y sometió temporalmente a Lombardía; fue coronado por el pueblo romano, al dejar Roma durante el Cisma de Aviñón, igualmente denominado “cautividad de Babilonia”. Murió pretendiendo apresar Nápoles a los franceses.

La guerra civil hizo así pues estragos hasta que el candidato de los Wittelsbach al cetro, Luis de Baviera, derrotó a Federico I de Habsburgo en el combate de Mühldorf en 1322. Luis IV de Baviera consiguió ser coronado en Italia, sin embargo el papa Juan XXII, que puso objeciones a su mediación en la política italiana, invalidó su título y lo excomulgó. Luis convocó así pues un consejo eclesiástico e instaló al antipapa, Nicolás V, en Roma. En 1338, en la Dieta de Rhense, los electores hicieron una manifestación trascendental: el monarca de los alemanes sería denominado por mayoría electoral, así se soslayaría el conflicto bélico civil, y sería automáticamente nombrado emperador sin ser coronado por el papa; esto se reflejó en el título, que se hizo oficial en el siglo XV, Sacro Emperador Romano Germánico.

7.5.2 El linaje de Luxemburgo

Los papas, por supuesto, se opusieron a esta determinación. Clemente VI entabló negociaciones con Carlos, monarca de Bohemia y nieto de Enrique VII. En 1347, fue denominado por cinco de los siete Electores, quienes habían depuesto anticipadamente a Luis. Carlos IV de Luxemburgo ignoró diplomáticamente la cuestión del autorización papal. En la Bula de Oro (1356) especificaba quiénes serían desde así pues los siete electores: los obispos de Maguncia, Tréveris y Colonia, el conde del Palatinado, el duque de Sajonia (un antiguo título para un nuevo estado en el este), el margrave (conde) de Brandeburgo y el monarca de Bohemia. A causa de que la bula hacía sus posesiones indivisibles, les otorgaba los monopolios de minas y aduanas, y les aseguraba donaciones de los candidatos, se transformaron en los más fuertes de todos los príncipes.

Al haber atestiguado el poder de los príncipes, Carlos IV reforzó su propia dinastía en Bohemia. Adquirió Brandeburgo y tomó Silesia a Polonia para extender el Imperio hacia el este. Para hacerse con dinero, fomentó las industrias de la plata, vidrio y papel de Bohemia; embelleció Praga, su capital, con nuevos edificios de estilo gótico tardío, creó una destacada universidad y sostuvo una corte brillante.

El hijo de Carlos, Segismundo de Luxemburgo, forzó al papa Juan XXII a citar el Concilio de Constanza (1414-1418), que acabó con el Gran Cisma en el Papado. Pero, como monarca de Bohemia, se sostuvo muy apegado a sus propias posesiones dinásticas. El movimiento husita convulsionó Bohemia, al conjuntar los sentimientos convencionales checos con el anhelo de reformar en profundidad la Iglesia. Segismundo invitó al reformador Jan Hus para exhibir sus puntos de vista (bajo la protección imperial) en el Concilio de Constanza, sin embargo no pudo soslayar que el Concilio lo castigara después a fallecer en la hoguera por hereje. El resultado fue el estallido de las Guerras Husitas, en las que la facción denominada de los calixtinos recibió algunas concesiones de la Iglesia y de Segismundo como moneda de cambio por su apaciguamiento.

7.5.3 El linaje de los Habsburgo

Cuando Segismundo falleció sin heredero, los electores eligieron por unanimidad a su hijastro Alberto de Austria, de la familia de los Habsburgo, que se transformó en emperador como Alberto V el Ilustre. Desde ese momento, la corona imperial se hizo en la práctica, aunque no en teoría, hereditaria de la Casa de los Habsburgo. Alberto V el Ilustre falleció mientras se desarrollaba el conflicto bélico civil en Bohemia y se producía una invasión otomana en Hungría. Su primo y sucesor, Federico III de Estiria, perdió Hungría y Bohemia y vendió Luxemburgo a Francia, mientras combatía contra los príncipes alemanes y los turcos alcanzaban los límites del Imperio. En 1486, los príncipes le forzaron a ceder su autoridad a su hijo, sin embargo hasta 1493 sostuvo el título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

Maximiliano I, mecenas del arte, dispuso muchos planes que jamás se materializaron. Su mayor triunfo fue la política matrimonial en beneficio de su familia. Mediante su propio casamiento con María de Borgoña recibió un rico territorio que comprendía las opulentas ciudades flamencas. El territorio de Borgoña, de habla francesa, fue la razón inicial de que la enemistad entre los Habsburgo y los Valois se mantuviera durante los próximos tres siglos. Mediante el casamiento de su hijo, Felipe el Hermoso, con la heredera de España, Juana la Loca, Maximiliano sentó las bases para la futura unión de las coronas de Castilla y Aragón y el Imperio. Mediante la promesa de casamiento entre su nieto Fernando y la heredera de Hungría y Bohemia, agregó aquellos estados al patrimonio familiar.

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