Escritos apocalípticos de la Biblia

El apocalipsis, como género distinguido, apareció en Israel en el periodo ulterior al exilio, esto es, tras el cautiverio de los judíos en Babilonia entre el 586 y el 538 a.C. Un apocalipsis o manifestación exhibe una serie de capítulos futuros mediante una larga y detallada reseña de un anhelo o de una visión. Utiliza imágenes de fuerte contenido simbólico y con frecuencia estrafalarios, que a su vez son expresadas e estudiadas. Los escritos apocalípticos suelen evidenciar la perspectiva histórica que tiene el autor de su propia era, en un momento en que las fuerzas del mal se organizaban para librar su combate final contra Dios, tras lo cual surgiría una nueva edad.

Daniel es el único libro apocalíptico, como tal, de las Escrituras hebreas, y su primera mitad (capítulos 1 al 6) es en realidad una serie de historias legendarias. Pero, partes de otros obras escritas son en muchos trazos semejantes a la literatura apocalíptica (Is. 24-27; Zac. 9-14; y algunas partes de Ezequiel). Entre los apócrifos, Esdras es un apocalipsis. El judaísmo de los dos últimos siglos a.C. y del primer siglo d.C. produjo numerosas otras obras apocalípticas que jamás fueron identificadas canónicas. Entre ellas se incluyen Enoc, Guerra de los Hijos de la Luz y los Hijos de la Oscuridad, y el Apocalipsis de Moisés. Véase Pseudoepígrafos.

Hasta hace poco tiempo, la mayoría de los especialistas sostenía que el avance de la literatura y el pensamiento apocalípticos estuvo muy influido por la religión persa. Este punto de vista está siendo objetado por la identificación de las raíces de la literatura apocalíptica en el propio pensamiento israelita, en especial en la concepción del futuro por parte de los profetas, así como en las más antiguas tradiciones del Oriente Próximo.

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