Aplicaciones del aire comprimido

Los motores de aire comprimido se emplean en copiosas herramientas donde se precisan fuerzas penetrantes de carácter intermitente, como perforadoras neumáticas; en herramientas de mano donde la fuerza de un motor eléctrico podría ser demasiado grande, como por ejemplo las pistolas empleadas en los talleres para apretar o aflojar las tuercas en las ruedas (llantas) de los coches; por último, en pequeños sistemas rotativos de alta velocidad que precisan entre 10.000 y 30.000 revoluciones por minuto. La fuerza neumática igualmente se emplea en copiosas máquinas automáticas para la producción industrial.

Puede conquistarse un movimiento fluctuante o rotativo a través de un mecanismo de biela o trinquete, aunque para el movimiento rotativo de alta velocidad resulta más adecuado un motor de palas o parecido. El motor actúa como una turbina de aire, realizando girar el rotor al expandirse éste, y se emplea para taladros y trituradores de alta velocidad y para sirenas de aire comprimido.

Las corrientes de aire comprimido son igualmente útiles para llevar otros materiales y pulverizarlos a través de una tobera atomizadora. Por ejemplo, puede aspirarse pintura y conjuntarse con una corriente de aire. El aire pasa a través de un estrechamiento en un tubo, donde aumenta su velocidad al mismo tiempo que disminuye su presión (véase Teorema de Bernoulli); la pintura se aspira en ese punto, se amalgama con el aire, se transforma a comprimir dinámicamente y se lanza a través de la tobera. Las pulidoras de chorro de arena absorben y pulverizan arena de este mismo modo. Un aerosol igualmente actúa como un pulverizador neumático.

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