Acrópolis

Acrópolis (del griego, akros, ‘grande’; polis, ‘ciudad’), fortificación elevada de la arcaica Grecia, bien fuera de carácter natural o bien fuera una ciudadela. Inicialmente un lugar de refugio, la acrópolis peculiar era construida en una colina o promontorio que se elevaba sobre la región periférico. Debido a la protección conseguida, la zona adyacente a la base de la colina era asiduamente el enclavamiento de la ciudad. Entre las acrópolis de mayor fama sobresalen la acrópolis por excelencia, esto es, la de Atenas, Acrocorinto en Corinto y Cadmea en Tebas.

En ciertas ciudades se erigían muros más bajos, en el momento en que la acrópolis ya no era útil como bastión militar, y se utilizaban como enclavamiento para templos y edificios públicos como el erario. A la ciudadela de la arcaica Atenas se la denomina convencionalmente la Acrópolis. Construida en una colina de piedra caliza en torno a 150 metros de altura, domina la ciudad y preserva los restos de algunas de las muestras más prodigiosas existentes de la arquitectura clásica, tales como el templo dórico denominado Partenón; los Propileos, un grande pórtico de mármol en el oeste y entrada destacado a la Acrópolis; el Erecteion, un templo célebre por sus admirados detalles jónicos y por su pórtico de cariátides, y el templo de Atenea Niké. Estas obras maestras fueron construidas en la Edad de Oro ateniense durante el reinado de Pericles en el siglo V a.C. Dañados y descuidados, algunos edificios fueron restaurados gradualmente tras establecerse la monarquía griega en 1833.

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