Álvaro Domecq Romero (1940- ), rejoneador español, de refinados maneras como su padre, Álvaro Domecq Díez, y correspondiente a una de las familias más ilustres de la tauromaquia española.
Nació en Jerez de la Frontera (Cádiz); su afición por los toros y los caballos le venía de familia, y así se expresa su afición taurina. Se presentó como rejoneador profesional en la plaza de toros de Ronda el 13 de septiembre de 1959 y en Madrid actuó por primera ocasión el 7 de junio de 1961 en la corrida de la Beneficencia.
A lo largo de su carrera cosechó monumentales triunfos, tanto en España como en Latinoamérica y Portugal; sobrellevó copiosas lesiones, algunas graves, y pasó breves periodos de inactividad hasta que se retiró en 1985. Ese año toreó en las diferentes plazas donde tantas tardes había ganado. A Álvaro Domecq el rejoneo le debe una nueva forma de comprender el toreo a caballo, llena de nobleza y pundonor, por su dominio del caballo, conocimiento de los terrenos y su sabiduría a la hora de medir los escarmientos al toro.
Logró de tal forma emocionar al público que despertó una nueva afición por el toreo ecuestre, hasta el punto de que en la década de 1960 comenzaron a conmemorarse corridas de toros apenas con rejoneadores. Antes los caballeros toreros actuaban como prólogo en las corridas a pie. Dada la nueva afición, desde así pues, el cartel lo cubren cuatro rejoneadores que dan la cara con seis toros, uno para cada caballista y los dos últimos por colleras, esto es, por relaciones de rejoneadores.
Volvió a aparecer en los ruedos fugazmente en los años 1986, 1987 y 1988, y de una forma más continuada a lo largo de la temporada de 1992 para dar la alternativa y presentar en los ruedos a sus sobrinos Antonio y Luis Domecq Domecq, que han cogido la antorcha familiar del rejoneo.
Actualmente dedica su tiempo, entusiasmo y esfuerzo a la Escuela Andaluza de Arte Ecuestre.
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