Albert Cohen (1895-1981), escritor y diplomático suizo, conocido especialmente por su saga sobre una familia judía de Cefalonia.
Hijo de comerciantes judíos, desarrolló sus estudios de Bachillerato en Marsella, donde se habían llevado sus padres poco después de su nacimiento. En el liceo conoció a Marcel Pagnol, que pronto fue su más íntimo confidente. Tras licenciarse en Derecho en Ginebra, se nacionalizó suizo y comenzó su carrera de diplomático en múltiples organizaciones internacionales, como delegado del movimiento sionista para la Sociedad de Naciones desde 1925, y después para la Organización Internacional del Trabajo.
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, se convocó con el general De Gaulle en Londres. En 1945, fue nombrado consejero jurídico del Comité intergubernamental para los refugiados, y dos años después, a su retorno a Ginebra, de la Organización Internacional de Refugiados. “La necesidad destacado en mis obras escritas —escribe Cohen— ha sido el manifestar mi amor por el pueblo judío”. Lo cierto es que, su obra novelesca es una yuxtaposición de las epopeyas cómicas y desgarradoras, poniendo en escena personajes desmesuradamente charlatanes, exuberantes y patéticos, que van desde lo más alto de la sociedad hasta los bajos fondos más miserables.
Tras el grande triunfo de Solal (1930), siguieron Comeclavos (1938), Los valerosos (1969), y especialmente Bella del Señor (1968). Esta obra de más de ochocientas páginas, escrita en el momento de su jubilación y que traerá consigo para el autor el gran trofeo de obra literaria en prosa de la Academia Francesa, es una sátira feroz sobre los empleados públicos de la Sociedad de Naciones, que se encargan únicamente de su carrera política, al mismo tiempo que una pintura lírica de una pasión amorosa, espléndida y devoradora. El amor filial inspiró a Cohen el Libro de mi madre (1954), retrato emocionante de una humilde y solícita mujer, que sucumbirá ante el desasosiego y la pesadumbre en Marsella durante la ocupación nazi.
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