Roberto Baggio

Roberto Baggio (1967- ), jugador italiano de fútbol. Nacido en Caldogno (Vicenza), comenzó su carrera como futbolista en el Lanerossi Vicenza, en el que jugó, en la Serie C1 italiana, desde 1982 hasta 1985. Este último año, fichó por la Fiorentina y en 1990, transformado en una de las más firmes promesas de su país, fue empleado por la Juventus de Turín. Este suceso provocó tres días de expresiones y tumultos en Florencia. Con su nuevo conjunto conquistó la Copa de la UEFA en 1993, año en el que, además, fue laureado por la revista francesa France Football con el Balón de Oro que le acreditaba como mejor futbolista de cuantos actuaban en competiciones europeas. Un año después, recibió el Balón de Plata, y en 1995 recibió el título de la Serie A italiana y llegó a la final de la Copa de la UEFA (que la Juventus perdió ante el igualmente conjunto italiano del Parma). En julio de 1995, fue traspasado al AC Milan (con el que consiguió igualmente el triunfo en la Liga de su país en 1996) y, dos años después, fue empleado por el Bolonia. Tras enfrentar una sola campaña con este club, en 1998 sucedió a formar parte de la plantilla del Inter de Milán, que igualmente integraban jugadores de la calidad de Ronaldo, Iván Zamorano y Diego Pablo Simeone, entre otros. En septiembre de 2000, al haber acogido la carta de libertad del Inter, firmó por el Brescia, conjunto en el que se sostuvo hasta la conclusión de la temporada 2003-2004, en el momento en que difundió su renuncia.

Desde su demarcación preferida, la de media punta, Baggio representaba el fútbol a partir de la fantasía y del talento. Magnifico pasador, su depurada técnica, su hábil regate y su eficacia ante el marco contrario le hicieron vencer en el difícil enfrentamiento de su país. Con la selección nacional absoluta italiana intervino en tres fases finales de la Copa del Mundo, las libradas en 1990 en Italia, en 1994 en Estados Unidos y en 1998 en Francia. En la segunda de ellas marcó cinco goles y condujo a Italia hasta la final; ésta enfrentó a su combinado nacional con Brasil y, tras terminar el partido con empate a cero goles, tuvo que dilucidarse desde el punto de penalti. Baggio falló su lanzamiento y empañó, sólo en parte, las sensacionales representaciones que había cuajado en el intervalo del enfrentamiento.

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