Propiedades del Ácido sulfúrico

El ácido sulfúrico es un ácido fuerte, esto es, en disolución acuosa se disocia sencillamente en iones hidrógeno (H+) e iones sulfato (SO42-). Cada molécula produce dos iones H+, o sea que el ácido sulfúrico es dibásico. Sus disoluciones diluidas exhiben todas las características de los ácidos: tienen sabor amargo, llevan la electricidad, neutralizan los álcalis y corroen los metales activos desprendiéndose gas hidrógeno. A partir del ácido sulfúrico se pueden organizar sales que contienen el conjunto sulfato SO4, y sales ácidas que contienen el conjunto hidrogenosulfato, HSO4.

El ácido sulfúrico concentrado, denominado arcaicamente aceite de vitriolo, es un significativo agente desecante. Actúa tan vigorosamente en este aspecto que extrae el agua, y por resultante carboniza, la madera, el algodón, el azúcar y el rol. Debido a estas características desecantes, se usa para hacer éter, nitroglicerina y tintes. Cuando se calienta, el ácido sulfúrico concentrado se comporta como un agente oxidante capaz, por ejemplo, de desintegrar metales tan poco reactivos como el cobre, el mercurio y el plomo, produciendo el sulfato del metal, dióxido de azufre y agua.

A lo largo del siglo XIX, el químico germánico Justus von Liebig demostró que el ácido sulfúrico, añadido al suelo, aumenta la cuantía de fósforo disponible para las plantas. Este hallazgo dio origen a un incremento de la producción comercial de este ácido, mejorándose por consiguiente los métodos de fabricación.

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