La Segunda Guerra Mundial concedió al continente una visibilidad internacional en el momento en que las rápidas conquistas japonesas demostraron la vulnerabilidad de las potencias occidentales. India fue el área de operaciones aliadas, mientras que en el suroeste de Asia los seguidores ocuparon zonas estratégicas para resguardar las rutas de suministros. La conquista final de estos últimos estimuló aún más las expectativas asiáticas de independencia y modernización.
1. La intensificación del nacionalismo
Finalmente de la década de 1950, los movimientos a favor de la independencia, avivados por la intensificación del nacionalismo, habían finalizado con la mayoría de los gobiernos coloniales de Asia. Pero aún persistían importantes distinciones. En el subcontinente indio, la conflictividad religiosa provocó la producción de dos estados separados por la religión en lo que había sido la colonia británica: Pakistán, un país de mayoría musulmana, y la Unión India, de mayoría hindú. En 1971 la zona oriental de Pakistán se separó bajo el nombre de Bangladesh. Los enfrentamientos fronterizos dificultaron las relaciones entre indios y paquistaníes; mientras en Pakistán se sucedieron una serie de gobiernos militares, la India propugnaba una democracia parlamentaria.
En el suroeste de Asia, el acontecimiento más destacado tras la contienda fue la producción, en 1948, del Estado de Israel en territorio palestino, a modo de compensación y como consecuencia directa del terrible exterminio al que los nazis habían sometido a los judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial, conocido con el nombre de Holocausto. Los países árabes observaron con desagrado cómo la recién desarrollada Organización de las Naciones Unidas aprobaba la constitución de un país que, de forma inminente, suscitó la disconformidad de las naciones de la región, favorables a la razón palestina (por la que se abogaba a favor de la constitución de un Estado palestino en ese mismo territorio). Las animosidades entre Israel y sus vecinos árabes, Egipto, Siria, Irak y Jordania, interrumpieron el comercio mundial con el cierre del canal de Suez (1956-1957, 1967-1975), mientras Israel ocupaba cada vez mayores extensiones de territorio árabe. Los refugiados palestinos desterrados de Israel desarrollaron la Organización para la Liberación de Palestina y solicitaron la devolución de sus tierras. Los esfuerzos en favor de una conformidad dieron lugar a un tratado de paz egipcio-israelí en 1979, sin embargo las distinciones árabe-israelíes no pudieron ser solucionadas. Tras la conclusión del conflicto bélico del Golfo Pérsico en 1991, Israel y otros países del Próximo Oriente se reunieron en Madrid, España, en noviembre del mismo año. Los arreglos pacíficos, iniciados en Madrid y concluidos en la ciudad de Washington, Estados Unidos, en 1993, representaron para muchos países los primeros contactos directos con Israel.
Oriente Próximo se había dividido en copiosos estados, cada uno sujeto a tensiones internas. Irán, por ejemplo, experimentó una explosión nacionalista en la década de 1950 bajo su carismático primer ministro, Mohammed Mossadegh, que nacionalizó la industria petrolífera. Veinticinco años después, una rebelión popular, dirigida por el nacionalismo religioso y las fuerzas políticas democráticas, provocó la destitución de Muhammad Reza Shah Pahlavi, que había sido apoyado por los Estados Unidos. Mientras el vencedor gobierno revolucionario islámico se estabilizaba, militantes islámicos retuvieron al personal de la embajada de los Estados Unidos y fijaron una extendida dificultad internacional; entretanto, Irak aprovechó la ocasión para emprender una sangrienta, costosa, y a la larga negativa para sus intereses, guerra fronteriza con su vecino oriental. Irak ocupó Kuwait en 1990, sin embargo el conflicto bélico del Golfo Pérsico de 1991 restauró la independencia kuwaití.
2. Confrontación ideológica
La pugna de posguerra entre las ideologías comunista y capitalista fue parte de la contienda global entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. El comunismo atrajo a muchos asiáticos ansiosos de independencia, gobiernos interventores y reformas sociales. Con la producción de la República Popular de China en 1949 apoyada por los soviéticos, y la renuncia de los nacionalistas a Taiwan, respaldados por los Estados Unidos, la doctrina comunista se difundió por la región. Esta conquista fue atenuada por el reconocimiento, por parte de las Naciones Unidas (ONU), de la República de China, establecida por los nacionalistas en Taiwan. Bajo Mao Zedong, los comunistas chinos (hasta 1960 respaldados por la Unión Soviética) llevaron a la práctica programas socialistas revolucionarios, que terminaron en la destructiva Revolución Cultural proletaria de 1966-1969. Mientras las distinciones entre chinos y soviéticos aumentaban, los Estados Unidos comenzaron contactos diplomáticos con la China comunista. La República Popular sustituyó a China en la ONU en 1971, y en 1979 fue reconocida como el único gobierno legítimo y característico de China.
En 1975, las fuerzas nacionalistas de ideología comunista igualmente se establecieron en Vietnam, en el momento en que la República Democrática de Vietnam, instaurada en el norte del país y auxiliada por la Unión Soviética y China, derrotó a la República de Vietnam, establecida en el sur y apoyada militarmente por los Estados Unidos (véase Guerra de Vietnam). La conquista comunista en Laos y Vietnam, así como la instauración del régimen de Pol Pot en Camboya, hicieron la evasión en masa de refugiados a otros países de Asia, Europa y América del Norte (véase Jemer rojo).
En otras zonas de Asia las fuerzas comunistas perdieron. El recién constituido gobierno independiente de Filipinas destruyó a los ‘hukbalahaps’ comunistas (huks), y los conjuntos derechistas malayos, con ayuda militar británica, contuvieron a las guerrillas comunistas. El Partido Comunista de Indonesia, que prosperó gracias al jefe de la independencia Sukarno, fue prohibido en 1965. La masacre resultante combinó las motivaciones ideológicas y nacionalistas, pues muchos comunistas indonesios eran chinos.
En Corea, que había sido fragmentada tras la ocupación de las fuerzas soviéticas y americanas, los comunistas del norte invadieron el sur en 1950. Mientras las fuerzas de la ONU repelían a las tropas de Corea del Norte, la mediación de la China comunista provocó la división del territorio coreano (véase Guerra de Corea).
El Oriente Próximo, debido a su posición estratégica y sus recursos, se vio empujado a entrar en la confrontación ideológica. Un primer intento soviético de ocupar el norte de Irán fracasó, sin embargo después la Unión Soviética recibió influencia en Irak, Siria y Yemen. El amparo de los Estados Unidos a Israel igualmente inclinó a muchos nacionalistas árabes en favor de la Unión Soviética. Entre 1979 y 1989, las tropas de la Unión Soviética ocuparon Afganistán, por lo que más de tres millones de refugiados huyeron a Pakistán.
Ningún país asiático se sostuvo ajeno a la confrontación de la Guerra fría entre la Unión Soviética y Occidente, dirigida por los Estados Unidos. El revés de los sucesivos gobiernos turcos en detener la divulgación de la violencia política, instigada por las facciones extremistas de izquierda y derecha, y en parar la inflación, hicieron que los militares dieran varios revéss de Estado, el último de ellos en 1980. A lo largo de la mayoría de la década de 1970 y principios de la década de 1980, la India se alineó con la Unión Soviética en varios asuntos de política internacional, en parte como respuesta al amparo americano y chino que recibió Pakistán. En Japón, la izquierda política consiguió hacerse con la supremacía en los sindicatos obreros y las asociaciones de estudiantes. Este suceso se debió, por una parte, a la permanencia del Partido Liberal Demócratico al frente del gobierno y a las revelaciones sobre corrupción de altos puestos públicos, y, por otra, a la continuada mediación militar americana en el país.
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