La nueva África

Tras el conflicto bélico, las potencias coloniales europeas quedaron psicológica y físicamente debilitadas, y la balanza de poder internacional se desplazó a los Estados Unidos y la Unión Soviética, dos estados manifestados anticolonialistas. En el norte de África, la disconformidad al gobierno francés se desarrolló a partir de 1947 con actos extremistas esporádicos y motines. La revolución argelina inició en 1954 y continuó hasta la independencia del país en 1962, seis años después de que Marruecos y Túnez conquistaran su independencia. En el África subsahariana francesa se realizaron esfuerzos para igualar los movimientos nacionalistas, al conferir a los habitantes de los territorios la ciudadanía total y posibilitar a diputados y senadores de cada territorio ir a las sesiones de la Asamblea Nacional francesa. Pero, el sufragio limitado y la representación comunal asignada a cada territorio se procurar se demostraron inaceptables. En los territorios británicos el ritmo de cambio igualmente se aceleró después del conflicto bélico. Empezaron a aparecer partidos políticos que comprendieron a tantos conjuntos étnicos, financieros y sociales como fue posible. En Sudán, los conflictos entre Egipto y Gran Bretaña sobre la dirección de la autonomía sudanesa forzó a que los británicos aceleraran el proceso de independencia de estos territorios, y Sudán se independizó en 1954. Durante la década de 1950, el ejemplo de las nuevas naciones independientes de otros continentes, las actividades del movimiento terrorista Mau-mau de Kenia y la efectividad de jefes conocidos como Kwame Nkrumah incrementaron aún más la velocidad de dicho proceso. La independencia de Ghana en 1957 y de Guinea en 1958 desató una reacción en cadena de demandas nacionalistas. Solo en 1960 comenzaron a existir diecisiete naciones africanas.

A finales de la década de los setenta casi toda África era independiente. Las posesiones portuguesas —Angola, Cabo verde, Guinea-Bissau, y Mozambique— se independizaron entre 1974 y 1975, después de años de combate violenta. Francia renunció a las islas Comores en 1975, y Djibouti consiguió la independencia en 1977. En 1976 España dejó el Sahara español, que entonces fue dividido entre Mauritania y Marruecos. Aquí, sin embargo, detonó una cruda guerra por la independencia. Mauritania renunció a su parte en 1979, sin embargo Marruecos, que tomó posesión de la totalidad del territorio, continuó el combate con el Frente Polisario, de carácter independentista. Zimbabue consiguió la independencia legal en 1980 (véase Zimbabue: Historia). El último resto de la larga dependencia del continente, Namibia, consiguió la independencia en 1990.

Los jóvenes estados africanos dan la cara a varios conflictos elementales. Uno de los más significativos es la producción de un Estado nacional. Gran parte de los países africanos retuvieron los límites que habían trazado arbitrariamente los diplomáticos y administradores europeos del siglo XIX. Los conjuntos étnicos podían quedar divididos por los límites nacionales, sin embargo los vínculos de fidelidad que unían a tales conjuntos eran frecuentemente más fuertes que los nacionales. Pero, en el momento en que los estados africanos consiguieron la independencia, los movimientos nacionalistas preponderantes y sus jefes se adaptaron en un poder casi estable. Llamaron a la unidad nacional y recomendaron encarecidamente que los sistemas parlamentarios de varios partidos fueran descartados en favor de un Estado con partido único. Cuando estos gobiernos no pudieron o no quisieron cumplir las expectativas conocidas, el recurso era frecuentemente la mediación militar. Al dejar la administración rutinaria en manos de la burocracia civil, los nuevos jefes militares se presentaron como eficientes y honestos guardianes públicos, sin embargo pronto realizaron el mismo interés por el poder que caracterizó a sus precursores ciudadanos. En muchos estados, el comienzo de la década de 1990 despertó un restaurado interés en la democracia parlamentaria de varios partidos.

El desenvolvimiento económico igualmente simboliza un gran conflicto. A pesar de que gran número de países africanos tienen considerables recursos naturales, pocos tienen los fondos financieros indispensables para el avance de sus economías. Las compañías privadas extranjeras frecuentemente han estimado la inversión en extensiones atrasadas demasiado osada, y este modo de ver se justifica en muchos casos. Las mayores fuentes de financiación alternativas son las fundaciones de préstamos nacionales y las multinacionales.

Las esperanzas de un mejor nivel de vida para las naciones africanas se han aumentado, y los precios de los bienes de consumo y otros bienes manufacturados se han mantenido, sin embargo el precio de la mayoría de las materias primas africanas ha bajado. La recesión mundial de comienzos de la década de 1980 multiplicó los impedimentos iniciadas con el incremento del precio del petróleo en la década de los setenta. Serios conflictos con las divisas y una deuda exterior progresiva agravaron el descontento público. El hambre y las sequías se extendieron por las regiones centrales y norteñas del continente en la década de los ochenta, y millones de refugiados dejaron sus hogares en busca de comida, aumentando los conflictos de los países a los que huían. Los recursos médicos, aún inapropiados e insuficientes, se vieron desbordados por las epidemias, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), el cólera y otras afecciones. A finales de la década de 1980 y primera mitad de la próxima década, los conflictos locales en Chad, Somalia, la zona del Sahara, Sudáfrica y otras zonas del continente desestabilizaron gobiernos, interrumpieron el progreso económico y costaron la vida a miles de africanos. Posteriormente al final del conflicto bélico civil en Somalia en 1991, un gobierno separado se fijó en Eritrea, que manifestó su independencia en 1993. En abril de 1994 detonó el combate entre los dos primordiales conjuntos étnicos de Ruanda, los hutu y los tutsi, después de que los presidentes de Ruanda y Burundi murieran en un sospechoso accidente aéreo. Los conflictos en esta zona central de África han continuado a lo largo de 1996 y 1997, así como en Argelia, al norte, cuya paz y desenvolvimiento están siendo amenazados por los atentados violentos cometidos por conjuntos integristas islámicos.

Otro gran conflicto del continente africano ha sido la falta de capacidad de proyectar su voz en los asuntos internacionales. La mayoría de los estados africanos se juzgan parte del Tercer Mundo y son integrantes de la Organización de Países No-Alineados, a la que consideran un instrumento válido para hacerse oír en el concierto internacional de naciones. Pero, debido a su falta de poder militar o financiero, las valoraciones de los países africanos rara vez son tomadas en cuenta. El fin de la política de segregación racial (apartheid) en Sudáfrica, a comienzos de la década de los noventa, llevó a la conmemoración de las iniciales elecciones multirraciales en abril de 1994. La transferencia de poder a la mayoría negra de Sudáfrica apunta hacia nuevas formas de poder en África, mientras el siglo XX se acerca a su final.

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