Décadas de Tito Livio

Décadas de Tito Livio, nombre con el que es conocido la obra Ab urbe condita libri CXLII del historiador romano Tito Livio, la cual ha acogido copiosas denominaciones (Desde la fundación de Roma o Historia de Roma son dos de ellos), que fue escrita a partir del 29 a.C. y divulgada desde el 26 hasta el 14 d.C. Respondía al codicioso proyecto de contar la historia de Roma y con ello exhibir la grandeza del poder que acabó por formar un Imperio bajo el liderazgo de Augusto. Tito Livio dejó escritos, con seguridad, 120 libros, en tanto que de los 22 últimos que compondrían el conjunto (hasta llegar en su relato al 9 a.C., año del fallecimiento de Druso el Germánico), no se tiene convencimiento de su realización completa. Los diferentes volúmenes fueron divulgados en conjuntos de cinco (péntadas) o de diez (razón ésta por la que pasaron a ser conocidos como Décadas), lo cual, unido al intervalo de cuarenta años entre el surgimiento del primero y el último, acabó por abastecer la dispersión de la obra, de la que sólo se preservan las diez primeras obras escritas (que describen los sucesos acontecidos desde la fundación legendaria de Roma hasta el 293 a.C.) y los comprendidos entre el XXI y el XLV (dedicados a la segunda Guerra Púnica y al periodo que la sigue hasta el 167 a.C.). Del resto de las Décadas sólo se preservan compendios del conjunto, con los que se confeccionaron en los siglos III y IV una serie de obras para uso escolar (periochae), y recopilaciones de algunos fragmentos.

Tito Livio trató proveer a su alegato histórico de un carácter hondamente moralizador, resuelto con la encarnación literaria de los notorios personajes. A partir del enfoque historiográfico, las Décadas no son sino una espléndida obra literaria en prosa histórica, en la que las fuentes manejadas por su autor (entre las que se hallan las del historiador griego del siglo II a.C. Polibio) son empleadas con el propósito de exhibir la grandeza de Roma sin adaptar método crítico alguno. La primera traducción hecha en la península Ibérica fue la vertida al catalán, a finales del siglo XIV, seguramente por Guillem de Copons, empleando un texto francés de mediados de esa centuria, versión en la que se centró el escritor Pero López de Ayala para su traducción al castellano llevada a cabo a comienzos del siglo próximo, que apareció impresa, en 1497, en Salamanca.

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