Dios en el Nuevo Testamento (Biblia)

Al igual que los asuntos teológicos del Antiguo Testamento, los del Nuevo tienen un contenido rico y diversificado.

En ningún otro asunto se evidencia de forma más clara o congruente la prolongación entre el Nuevo Testamento y el Antiguo que en las instrucciones sobre Dios. Toda opinión sobre que el Dios de Jesús o de la primitiva Iglesia era diferente del Dios del judaísmo fue rehusada como herejía. El Dios del Nuevo Testamento es el autor de toda la vida y sustentador del Universo. Este único Dios, origen y final de todas las cosas, toma la propuesta de cautivar con amor a toda la humanidad, conmemorando alianzas con quienes respondan a su mensaje y actuando con ellos de forma justa y misericordiosa, con tino e indulgencia. Dios jamás ha abandonado el mundo vacío de sus testimonios, habiéndose revelado en numerosas ocasiones, formas y enclaves. Pero el Nuevo Testamento sustenta que Jesús de Nazaret es una manifestación singular de Dios. La persona, palabras y actividad de Jesús fueron comprendidas como la comparecencia de sus incondicionales ante la presencia de Dios. En los días de sus comienzos dentro del judaísmo, la Iglesia pudo contraer la fe y centrarse en el mensaje de Jesús como revelador de Dios. Pero, más allá de los límites del judaísmo, la fe en el único Dios verdadero se transformó en el elemento básico para la instauración del cristianismo.

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