Principios y elementos de la forma musical

En su modo más sencillo, la forma musical va más allá de los patrones de secciones y la hace el compositor gracias a la organización de la melodía, el ritmo, la equilibrio y otros elementos musicales. Dicha organización puede existir a varios niveles, desde los pequeños detalles dentro de frases individuales, hasta en los planes de organización a gran escala —los patrones formales básicos que dan unidad, diversidad y simetría.

1. Melodía

La reiteración y remezcla de unos motivos y fragmentos melódicos fugazmente reconocibles, así como la clara reiteración de patrones más largos, ayudan a hacer unidad y coherencia al mismo tiempo que aseguran la diversidad. Se pueden relacionar dos o más melodías en una pieza gracias a que compartan algunos motivos. Estos motivos pueden ser más o menos incuestionables. Las secciones de una melodía pueden diferenciarse por su perfil: el tono puede variar en grados conjuntos (movimiento de un grado a otro adyacente) o a saltos, y la dirección puede ser ascendente o descendente. Estas variaciones suministran un contraste a pequeña escala y igualmente puede servir para destacar las divisiones más importantes dentro de una constitución.

2. Tiempo y ritmo

Otro de los elementos que intermedian en la forma musical es la relación entre las unidades de tiempo, ya sea entre notas largas y breves en un motivo rítmico o entre los movimientos de una sinfonía. Los patrones subyacentes más grandes igualmente pueden servir para estructurar una obra. Los compositores europeos de la edad media a veces utilizaban un esquema rítmico complejo que se repetía a lo largo de la obra. Este procedimiento, denominado isorritmo, brindaba coherencia incluso en caso de que los patrones no fueran tan incuestionables para el oyente. En un mayor nivel de detalle, puede darse la recurrencia de unos motivos rítmicos cortos en entornos melódicos y armónicos diferentes, promuevendo así a la unidad de una obra. En la música oriental, los ciclos rítmicos largos y ajustados a convenciones, como el iqa de la música islámica o el tala de la música de India, sirven igualmente para estructurar la música.

3. Armonía

Otro de los elementos que configuran la forma es la equilibrio. En la música tonal las equilibrios consonantes son aquéllas que suenan estables; las equilibrios disonantes suenan inestables o parecen chocar, y tienden a solucionarse en equilibrios consonantes. Los compositores han sacado partido de la tensión que se establece entre las consonancias y las disonancias, una sensación de impulso y reposo. Entre 1650 y 1900, el método clásico occidental de la tonalidad había regulado las equilibrios conforme un complejo juego de convenciones. La tonalidad brindaba un medio fuerte de organización, puesto que todas las notas y acordes se encontraban asociados de una manera específica en relación a la tónica (nota, acorde o tonalidad básica. Algunos compositores del siglo XX, como el germánico Paul Hindemith o el húngaro Béla Bartók, realizaron métodos no convencionales de hacer música, centrándose en una nota tónica. Entre estos métodos se encontraba el bitonalismo, dos tonalidades superpuestas, o el politonalismo, varias tonalidades superpuestas.

4. Serialismo

Otros compositores siguieron los preceptos del método dodecafónico desarrollado por el compositor austriaco Arnold Schönberg. Dado el abandono extensivo de la tonalidad, obtenían sus equilibrios y melodías a partir de una serie de doce notas libremente tomadas de la escala cromática (las notas de las teclas blancas y negras del piano). Este tipo de organización en series de notas, denominada serialismo, se haría extensible a los ritmos, los timbres (colores sonoros), la dinámica (fuerte o suave) y otros parámetros musicales.

5. Otros recursos

Otros trazos de la música que se pueden manipular para hacer una organización musical son la textura (densa o tenue, acórdica o contrapuntística) y el registro (áreas sonoras graves o agudas). Por ejemplo, aunque de maneras diferentes, el compositor ruso Ígor Stravinski y el franco-americano Edgard Varèse desarrollaron estructuras musicales mediante la manipulación de texturas y bloques de sonidos. El compositor griego Iannis Xenakis y otros han empleado relaciones matemáticas complejas como base para la forma musical.

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