Los alimentos que con más frecuencia producen alergia son la leche, los huevos, las harinas de trigo, el pescado, el marisco, la soja, los frutos secos (nueces y cacahuetes) y las alubias.
El consumo de un determinado producto presente en la dieta desencadena, en algunas personas, una reacción exagerada de su sistema inmunológico que responde ante una sustancia inofensiva como si fuera dañina para el organismo. El sistema inmunológico produce anticuerpos que, al acoplarse con el alérgeno, desencadenan la liberación de transmisores químicos y generan los síntomas característicos.
La reacción alérgica puede aparecer de forma inminente o hasta 24 horas después de la ingesta del alimento en cuestión. Los síntomas pueden ser leves o muy graves, como picor e hinchazón de los labios, lengua o paladar; aparición de vómitos, diarrea o dolor abdominal, urticaria, rinitis, asma o anafilaxia.
El diagnóstico se encarga de la historia clínica, la existencia de precedentes familiares y la realización de pruebas de sensibilidad cutánea o determinaciones en sangre de los niveles de anticuerpos IgE específicos frente a determinados alérgenos. En numerosas ocasiones, para considerar el producto causante de la alergia, es necesario procurar de esclarecer que su eliminación de la alimentación hace esfumarse los síntomas. El único tratamiento eficaz es la supresión del alimento que genera la alergia de la dieta. Adicionalmente, es necesario el empleo de fármacos apropiados (broncodilatadores, antihistamínicos, corticoides o adrenalina) para procurar los síntomas.
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