Actividad arqueológica en Palestina

Arqueología bíblica, estudio científico de la arqueología, de los restos y hallazgos históricos concernientes a las religiones judía y cristiana y, específicamente, de los sucesos transmitidos y los enclaves indicados en la Biblia. Los relatos de peregrinaciones cristianas datadas en torno a en el siglo IV conformaron la única fuente de información sobre yacimientos bíblicos hasta el siglo XIX, en el momento en que inició la moderna pesquisa en Palestina.

Actividad arqueológica en Palestina

El erudito americano Edward Robinson se volvió estimado como el padre de la arqueología palestina con la publicación de su libro Investigaciones Bíblicas en Palestina (1841). A lo largo de las posteriores décadas, la confección del mapa de Tierra Santa y la identificación de yacimientos bíblicos progresó vertiginosamente bajo el auspicio de fundaciones como la Palestine Exploration Fund (1865), la Deutscher Palästina-Verein (1877), la École Biblique (1890), la American School of Oriental Research de Jerusalén (1900), y la British School of Archaeology de Jerusalén (1919). Pero, en Palestina la excavación deliberada de yacimientos bíblicos específicos, distinguida de un estudio geográfico, no inició hasta la década de 1890, en el momento en que el arqueólogo y egiptólogo británico sir William Matthew Flinders Petrie desarrolló intuitivamente los que se transformarían en principios de una excavación sistemática para todos los arqueólogos ulteriores: la estratigrafía, o el arte de desentrañar los diferentes estratos superpuestos, y la tipología cerámica, o estudio de los estilos de la cerámica como indicadores en el tiempos. Las iniciales excavaciones en Palestina antes de la Primera Guerra Mundial se ocuparon en los grandes yacimientos bíblicos como Jerusalén, Guezer, Meguido, Jericó y Samaria.

Tras la Primera Guerra Mundial, una segunda etapa en la arqueología bíblica fue dirigida por el científico americano William Foxwell Albright, quien, junto con sus colegas, transformó la arqueología de una actividad en gran medida intuitiva en una disciplina científica. El trabajo de campo sucedió de la caza de tesoros a la datación de cerámica, arquitectura y manufacturas, y inició a emerger la historia política de Palestina, complementaria a los relatos bíblicos. Finalmente de la década de 1920 y durante la de 1930 siguieron las excavaciones en Meguido, Jericó y Samaria y comienzaron en Tel Beit Mirsim y Betel (Bet-el). Tras la Segunda Guerra Mundial se tomaron innovaciones en el trabajo de campo, en el momento en que la arqueóloga británica Kathleen Kenyon introdujo una nueva metodología en Jericó y Jerusalén. Excavó en cuadrículas más pequeñas de 5 por 5 metros, dejando testimonios en los que se podían ver los niveles estratigráficos en sección. Procedió a excavar siguiendo la estratificación natural, separando los estratos naturales o loci (singular, locus). Este nuevo procedimiento de excavación aceptó separar los diferentes niveles de restos, y los objetos contenidos en ellos, con mayor precisión. A finales de la década de 1950 y en la de 1960, G. Ernest Wright, David Noel Freedman y otros científicos americanas, junto con otros israelíes, como Yigael Yadin, Moshe Dotan, Benjamin Mazar y Nahman Avigad, excavaron en nuevos y antiguos yacimientos, como Jatsor (actual Tel el-Qida), Siquem, Ashdod (nombre de la antigua Asdod), Taanak (o Tanak), Guezer y de nuevo Jerusalén, empleando este método.

A lo largo de la década de 1970 la arqueología estuvo influida por las ciencias naturales, las ciencias sociales y los estudios medioambientales. Informáticos, geólogos, antropólogos, climatólogos, edafólogos y zoólogos trabajaron junto con arqueólogos para hacerse con datos e representar la información. Estos y otros especialistas estuvieron trabajando en yacimientos como Tell el-Hesi, Cesarea, Afec, Akko (antigua Acre) y la Ciudad de David en Jerusalén.

Libros como el Atlas histórico de la Biblia Westminster (publicación revisada, 1956) escrito por Wright y Floyd V. Filson o el Atlas bíblico Macmillan (publicación revisada, 1977) de Yohanan Aharoni y Michael Avi-Yonah se encargan en un siglo de penetrantes prospecciones y excavaciones. Se están publicando continuamente nuevos atlas y artículos e integrando nuevos hallazgos y nuevas teorías arqueológicas.

El continuo estudio y la nueva pesquisa de ciudades a lo largo y ancho de Palestina han sufragado a establecer las secuencias de poblamiento y destrucción, a refinar el conocimiento de la cultura urbana y de la arquitectura y a constreñir los patrones de asentamiento de los habitantes de la zona y las migraciones de nuevos pueblos en la región. Por ejemplo, pasadas indagaciones en Meguido y Jericó y las actuales en Bab al-Dira y Numeira han revelado mucho sobre la cultura del bronce antiguo del III milenio a.C. Nuevos datos provenientes de Akko (Acre) en la edad del bronce medio se pueden conjuntar con información de Siquem, Guezer y Afec para reembolsar una cultura urbana que se desarrolló en Palestina hacia el 2000 a.C.; estas grandes ciudades se encontraban fortificadas con murallas de adobe, mampostería de revestimiento y monumentales puertas de acceso. Se han propuesto nuevas teorías reconsiderando la conquista de Canaán por los israelitas bajo Josué debido a los conflictivos datos arqueológicos. Aparecen niveles de destrucción en el siglo XIII a.C. en Meguido, Jatsor, Afec, Betel (Bet-el), Ashdod (Asdod), Guezer y Dayr Alla (Deir Alla), sin embargo no así en Arad, Heshbón, Jericó, Ai y Gibea (Gabaa). Todas las pruebas indican una espaciosa turbación y cierta separación asociadopolítica en Palestina en esta etapa, sin embargo no corroboran inequívocamente el ámbito bíblico de una total conquista israelita.

Igualmente se ha obtenido una importante información relativa al periodo de la monarquía unificada. A lo largo de las excavaciones en la Ciudad Vieja de David en 1980, Yigal Shilo demostró un palacio de lça edad del hierro datado en el siglo X a.C., un gran edificio de la etapa de David y Salomón. El trabajo llevado a cabo entre 1955 y 1958 en el inmenso yacimiento de Jatsor, en el sur de Galilea, sirvió para corroborar la importante actividad constructora de Salomón. Características de esta obra son las murallas de casamata (dos muros paralelos con un espacio entre ambos y unidos a intervalos por muros transversales) con cuatro puertas de acceso semejantes a los que igualmente existen en Guezer y Meguido. La actividad desarrollada entre 1963 y 1965 en Masada, junto a la orilla occidental del mar Muerto, sacó a la luz la fortaleza-refugio construida por Herodes el Grande. Los preparados y bien preservados restos de un triple palacio testifican el amplio programa constructor de este monarca oriental romanizado en los comienzos de la era cristiana.

Entre los más importantes hallazgos arqueológicos destacan copiosos materiales epigráficos. En 1967, en Dayr Alla (en la actual Jordania) se hallaron copiosos fragmentos con inscripciones escritas en un templo de la edad del hierro. El más importante de éstos es el relativo a las tradiciones paganas sobre el profeta adivino Balaam (figuradamente la misma persona mencionada en Núm. 22-24). La fecha probable de estas inscripciones es la del siglo VIII a.C., quizá hacia el 700 a.C. Se han encontrado numerosas ostraca (fragmentos de objetos de cerámica) con escritura hebrea en las excavaciones de Arad, Beersheva, Quntillet Ajrud e Izbet Sartah (la antigua Ebenezer). Recientemente se ha descubierto un fragmento de cerámica de grandes dimensiones que contenía un sumario del sistema numeral egipcio escrito en tinta, presumiblemente para el uso de escribas. El hallazgo de los rollos de Qumran y otros fragmentos manuscritos a lo largo de la orilla occidental del mar Muerto desde 1947 ha revolucionado la comprensión de la historia judía anterior y el trasfondo del Nuevo Testamento. Estos materiales, datados en el siglo III a.C., han aportado una estimable información sobre el estado del texto bíblico anterior a su estabilización en el siglo I d.C. Igualmente han aportado importantes datos corroborando la versión griega del Pentateuco y de otros obras escritas como un revelación fidedigno al texto único hebreo, que era diferente al texto usado como fuente de los escrituras de la Biblia moderna.

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