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El dengue

El dengue

El dengue es una enfermedad febril aguda causada por un virus, de evolución benigna en la forma clásica y grave cuando se presenta en la forma hemorrágica.

Actualmente, el dengue es la más importante arbovirosis (enfermedad transmitida por artrópodos) que afectan al ser humano, siendo un grave problema de salud pública a nivel mundial, especialmente en los países tropicales, donde las condiciones ambientales favorecen el desarrollo y la proliferación del mosquito Aedes aegypti, el principal mosquito vector.

Agente etiológico del dengue

El virus del dengue es un arbovirus del género Flavivirus, que pertenece a la familia Flaviviridae.

Se conocen cuatro serotipos de este virus: 1, 2, 3 y 4.

Vectores huéspedes del dengue

Los vectores del dengue son los mosquitos Aedes, siendo la especie Aedes aegypti la responsable de la transmisión del dengue en las Américas.

Otra especie, Aedes albopictus, a pesar de ser encontrada en Brasil, no tiene su participación especial en la transmisión, aunque en Asia es un importante vector.

Modo de transmisión del dengue

La transmisión del dengue se produce por la picadura del mosquito Aedes aegypti, en el ciclo ser humano – Aedes aegypti – ser humano. Después de una succión de sangre infectada el mosquito pasa a transmitir el virus con un periodo de incubación de 8 a 12 días.

También puede ocurrir la transmisión mecánica, cuando la succión se interrumpe y el mosquito se alimenta de inmediato de un huésped susceptible próximo. No hay transmisión a través del contacto directo con el enfermo o con sus secreciones, ni por fuentes de agua o alimento.

Periodo de incubación del dengue

El período de incubación varía de 3 a 15 días, con 5 a 6 días en promedio. La transmisión se produce cuando el virus está presente en la sangre del hombre (período de viremia), una fase que comienza el día antes del inicio de la fiebre y dura hasta el sexto día de la enfermedad.

Síntomas del dengue

Dengue clásico

  • Fiebre alta (39 °C a 40 °C), de aparición brusca;
  • Dolor de cabeza;
  • Dolores musculares y articulares;
  • Postración;
  • Pérdida del apetito;
  • Náuseas y vómitos;
  • Manchas y purito en la piel.

El tiempo de duración es de 5 a 7 días. Cuando la fiebre desaparece, los signos y los síntomas desaparecen, aunque pueda persistir la fatiga.

Dengue hemorrágico

  • Fiebre alta;
  • Fenómenos hemorrágicos;
  • Aumento del hígado (hepatomegalia);
  • Insuficiencia circulatoria.

Los síntomas iniciales de la fiebre hemorrágica del dengue son similares a los de la fiebre del dengue clásico, pero rápidamente progresan a manifestaciones hemorrágicas y/o derrames cavitarios y/o inestabilidad hemodinámica y/o shock.

Tratamiento del dengue

Dengue clásico

No existe un tratamiento específico. Los farmácos administrados son analgésicos y antipiréticos (paracetamol y la dipirona), utilizados apenas para aliviar los síntomas, además de la prescripción reposo e hidratación oral.

Los salicilatos y fármacos anti-inflamatorios no esteroideos deben evitarse ya que su uso puede promover la aparición de acidosis y manifestaciones hemorrágicas.

Dengue hemorrágico

El tratamiento del dengue hemorrágico consiste en la observación cuidadosa para ser identificadas las primeras señales del shock. El periodo crítico es durante la transición de la fase febril para la fase afebril, que en general sucede después del tercer día de la enfermedad.

El shock es una consecuencia del aumento de la permeabilidad vascular seguido de hemoconcentración y fracaso circulatorio. Su duración es corta y puede conducir a la muerte en 12 a 24 horas o una rápida recuperación rápida después de la terapia anti-choque apropiada.

Prevención del dengue

La ausencia de vector es la única manera de asegurarse de que la enfermedad del dengue se erradique. En áreas con Aedes aegypti, la supervisión de la población del vector debe hacerse constantemente con el fin de conocer las zonas infectadas y realizar medidas de combate como:

  • Gestión ambiental: cambios en el medio ambiente capaces de prevenir o minimizar la propagación del vector, evitando o destruyendo potenciales criaderos de mosquitos;
  • Control químico: consiste en la eliminación de las larvas en lugares estratégicos de difícil acceso y la eliminación de los alados.
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