En los últimos años, Deuteronomio, Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel y 1 y 2 Reyes han sido admitidos como un relato unificado de la historia de Israel desde los tiempos de Moisés (siglo XIII a.C.) hasta el exilio en Babilonia (el periodo que arranca desde la caída de Jerusalén en el 586 a.C. hasta terminar en la restauración en Palestina de un nuevo Estado judío tras el 538 a.C.). Por cuanto el estilo literario y la perspectiva teológica son semejantes a las del Deuteronomio, esta reseña se ha dado en denominar Historia deuteronomística. Sobre la base de los últimos capítulos que reseña, entre otras evidencias, se ha alcanzado la conclusión de que puede haber sido escrita en torno al 560 a.C., durante el exilio. Pero, es posible que al menos una publicación fuera anterior.
El escritor (o escritores) de la obra tenía como propósito registrar la historia de Israel, así como dar cuenta de la catástrofe que recayó sobre el país a manos de los babilonios. Por un lado, trabajó como lo haría cualquier otro historiador, recogiendo y organizando fuentes más antiguas, tanto escritas como orales. Empleó materiales muy heterogéneos, incluyendo relatos de los profetas, relaciones de diferente naturaleza, crónicas más antiguas e inclusive registros de la corte. Lo cierto es que, suele derivar al lector a sus fuentes (por ejemplo, Jos. 10,13; 2 Sam. 1,18; 2 Re. 15,6). Pero aplicó igualmente la visión del teólogo, quizá de alguien que ya tenía firmes convicciones sobre el curso y significado de los capítulos que iba registrando. Estas convicciones hallaron su expresión en la forma en que preparó el material y agregó los disertaciones, que él mismo había escrito, en boca de los primordiales protagonistas (por ejemplo, Jos. 1). Creía que Israel había sido sojuzgada por Babilonia debido a la desobediencia a la ley de Moisés (como en Deuteronomio), en especial por venerar dioses falsos en altares paganos; creía de igual forma que los profetas habían advertido del exilio mucho tiempo antes de que se produjera.
— 213 visualizaciones.