Abu Bakr al-Siddiq

Abu Bakr al-Siddiq (c. 570-634), primer califa del islam y uno de los más devotos incondicionales de Mahoma. El sunismo le venera como el primero de los cuatro califas ‘ortodoxos’ (rashidun). Algunas órdenes del sufismo, como la Naqsbandiyya, rastrean la autoridad espiritual de sus jefees hasta Abu Bakr (tras Mahoma). Por otra parte, los más devotos del chiismo, con la excepción de los chiitas zaidíes, le consideran el primero que usurpó el liderazgo del califato al primo y cuñado del Profeta, Alí ibn Abi Talib. Para la destacada corriente chiita, Abu Bakr fue el primer califa ilegítimo y el primer jefe tiránico que rigió un Estado islámico.

Poco es conocido de los primeros años de su vida. Algunas tradiciones islámicas lo describen como el primer hombre que se hizo musulmán tras Mahoma y como partícipe en la conversión de numerosas figuras significativas del islam: esta es, indudablemente, la posición general de los suníes. A pesar de que, de otro lado, los chiitas atribuyen estos papeles a Alí ibn Abi Talib.

Abu Bakr fue uno de los muchos musulmanes invitados por el Profeta a ir junto a él en su migración (Hégira) en 622 d.C. desde La Meca a la ciudad de Yatrib —después denominada Medina—. Tras asentarse en Medina, Abu Bakr fue estimado como uno de los primordiales ‘emigrantes’ (muhajirun) de la naciente comunidad islámica de Mahoma. En algún momento durante la Hégira, Abu Bakr casó a su hija menor Aisha con Mahoma y se transformó en uno de los suegros del Profeta: aunque apenas era la tercera de sus numerosas mujeres, Aisha pronto se transformó en la favorita de Mahoma. Este casamiento y la activa cooperación de Abu Bakr en las primordiales campañas militares de Mahoma, coadyuvaron en gran medida a su elevada posición en la comunidad. No sucedió mucho tiempo antes de que se le reconociera como consejero destacado de Mahoma.

Poco antes del fallecimiento del Profeta, Abu Bakr fue responsable de conducir el significativo peregrinaje (hach) a La Meca, y tras conducir a los oradores públicos a Medina, ya convertida en la capital del Estado islámico actualmente desarrollado por Mahoma en la península Arábiga. La tradición suní, surgida mucho tras que se produjeran estos capítulos representaron los nombramientos de Abu Bakr como preparación a la sucesión de Mahoma. La tradición chiita, que es prácticamente contemporánea de la suní, en contraste, resta relevancia e inclusive ignora estos nombramientos y asegura que Mahoma designó explícitamente a Alí como su sucesor en Ghadir Khumm. La destacado tradición musulmana está de conformidad en que Abu Bakr fue el primer califa, posición de significativo autoridad política sobre la comunidad islámica, en su calidad de ‘sucesor del amigo [emisario] de Dios’ (jalifa Rasul Allah). Pero, hoy en día, algunos historiadores consideran el rol único del califa tanto religioso como político y arguyen que el título jalifa significa inicialmente ‘el sustituto de Dios’ (jalifa Allah).

Las tradiciones suníes representan a Abu Bakr viviendo modesta y píamente y siendo califa hasta su fallecimiento. Su permanencia en el puesto duró unos dos años (632-634 d.C.) y su lugar de gobierno fue Medina. Su desasosiego destacado fue sofocar las guerras de apostasía (ridda), iniciada por tribus árabes que rompieron su alianza con el islam y con la comunidad musulmana tras el fallecimiento de Mahoma. Hacia el 633 d.C. los generales de Abu Bakr habían aplastado a los rebeldes y controlado absolutamente Arabia central, organizando el terreno a las grandes conquistas islámicas que arrancaron Siria, Palestina y Egipto del Imperio bizantino, e Irak e Irán de los Sasánidas persas. Se dice que Abu Bakr inició estas conquistas enviando conjuntos invasores a aquellas regiones.

— 234 visualizaciones.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *