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Jean Bodin

Jean Bodin
Jean Bodin fue un abogado francés que contribuyó para que el absolutismo ganase sus justificaciones intelectuales más importantes. Además de preocuparse de temas políticos, Bodin era un famoso perseguidor de manifestaciones heréticas de su época. Su acción contra los valores religiosos consideradas anticristianas acabó dejándolo conocido como abogado del diablo. Entre sus principales obras merece destaque espacial la República.

Viviendo con los intensos conflictos religiosos que tomaron cuenta del siglo XVI en Francia, Bodin dedicaría gran parte de su reflexión política sobre la cuestión de la soberanía. En este sentido, uno de los valores más llamativos predicados por su pensamiento es defender la indivisibilidad de la soberanía. Según el autor, un sistema político en el cual la delegación de poderes se instituye como práctica común promueve la dilución de la soberanía necesaria a un gobierno estable.

Además, Bodin cree que la idea de un gobierno mixto genera una falsa impresión de que no existe la acción de un sector políticamente soberano. Para confirmar esta idea toma como ejemplo las prácticas políticas instituidas en el interior de la República romana. De acuerdo a su interpretación, el hecho de que la población romana tuviera derechos para designar las personas a ocupar los cargos de magistratura no limita los diversos poderes concedidos a esos mismos representantes políticos.

De esta manera, Jean Bodin no acepta la posibilidad de una forma de gobierno basada en la ausencia de soberanía. Si no hay un sector políticamente soberano, sea minoritario o mayoritario, cualquier gobierno termina convirtiéndose en un verdadero régimen de naturaleza anárquica. Por eso ese pensador francés va a contemplar en el Estado que la soberanía se asume en diferentes contextos políticos para así, juzgar cuál clasificación era más adecuada a su tipo de gobierno.

En el momento en que la hegemonía es tomada por la figura del príncipe, tenemos la instalación de una monarquía. En experimentos donde la soberanía es asumida por la inmensa mayoría de la población, el pensador señala que el Estado es popular. Finalmente, en caso de haber un grupo minoritario controlando las instituciones políticas habría la formación de un régimen aristocrático. Además Bodin admitirá también que cada tipo de Estado asume diversas formas de gobierno.

En una monarquía, por ejemplo, él puede admitir que el rey tiene una forma democrática de gobierno que permita a diferentes grupos sociales a participar en la administración pública. Al mismo tiempo, cuando la monarquía restringe la participación popular o concentra las decisiones en manos del rey, el gobierno pasa a ganar trazos claramente despóticos. De esa manera, Bodin ofrece medios para analizar de forma diversa los más diferentes Estados.

Su obra se encuentra fuertemente en la idea de que sería imposible concebir un gobierno basado en grupos igualmente favorecidos. Para naturalizar las desigualdades, Bodin comienza a plantear argumentos donde indica que la desigualdad y la presencia de un gobernante individual no se tratan de una costumbre socialmente constituida, sino una forma claramente perceptible en diversas manifestaciones de la ordenación de la naturaleza.

Así, Jean Bodin también utiliza un argumento de tono fuertemente religioso para defender el régimen monárquico. Según el propio autor: ‘Todas las leyes de la naturaleza nos guían para la monarquía; sea observando ese pequeño mundo que es nuestro cuerpo, sea observando ese gran mundo, que tiene un soberano Dios; sea observando el cielo, que tiene un único Sol’. Por eso, ese teórico será considerado uno de los defensores del derecho divino de los reyes.

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