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El Primer Triunvirato

Primer Triunvirato
Después de la contención de la revuelta de esclavos, nuevos personajes políticos parecerían prestigiados por esa situación. Dos de ellos eran los generales Marco Licinio Craso, principal líder en la guerra contra Espartaco, y Pompeyo, reputado jefe militar que lideró los ejércitos romanos en los frentes de batalla sobre la Península Ibérica. En el 70 a.C., esos dos militares alcanzaron el consulado.

En ese primer período, buscaron restablecer el poder político de los tribunos de la plebe y dividieron en partes iguales el poder en los tribunales entre los plebeyos ricos, los senadores y los caballeros. Por otra parte, ambos decidieron recuperar la fuerza de la ley que otorgaba amplia validez a las decisiones de las reuniones de la plebe (plebiscito) en todo el territorio romano. De esta manera, tenían la intención de alargar las bases de apoyo político de sus respectivos mandatos.

Mientras que estas transformaciones tenían lugar, otro personaje político comenzaba a ganar proyección en el escenario romano. Julio César, sobrino del general Mario, procedente de una familia patricia que se decía descendiente del héroe griego Eneas. En poco tiempo, él también vendría a ocupar el cargo de cónsul, gracias al apoyo irrestricto dado por el partido popular.

En el año 60 a.C., estos tres líderes políticos romanos – Cneo Pompeyo Magno, Cayo Julio César y Marco Licinio Craso – decidieron reunir fuerzas para establecer una nueva forma de gobierno en Roma. Con el apoyo del ejército, fueron responsables de la creación del Primer Triunvirato, régimen político en el que compartieron el poder sobre los territorios y debilitaron considerablemente el papel del Senado romano.

Después de alcanzar el nuevo puesto político, Julio César emprendió los medios necesarios para poder gobernar de forma hegemónica. Inicialmente, negoció junto al Sonado su nombramiento de procónsul de la provincia de Galia, donde organizó un gran ejército que combatió a los galos en aquella región. A pesar de la valiente resistencia de ese pueblo extranjero, Julio César consiguió subordinarlos después de la batalla de Alesia (52 a.C.).

En el 55 A.C., con el objetivo de equilibrar la influencia política de cada uno de los miembros del Primer Triunvirato, el control de las provincias romanas se dividió. Julio César se mantuvo dominando la Galia; Pompeyo quedó responsable de la Península Ibérica; y Craso tomó para sí la región de Siria. A pesar de la distribución, en el 53 a.C., la muerte de Craso durante el combate contra los partos estableció una nueva disputa entre los comandantes del triunvirato.

En este nuevo contexto, el Senado intervino políticamente designando a Pompeyo como cónsul por cuenta de la acción de bandas armadas que sembraron el miedo en Roma. A continuación, los mismos senadores exigieron que Julio César se apartara de los ejércitos y reconociese la autoridad de Pompeyo. Sin embargo, el ambicioso romano no se inclinó ante tal maniobra.

En el 49 a.C., con el valioso apoyo de sus tropas asignadas en la Galia, Julio César hizo la invasión de la península italiana. Amenazado, Pompeyo y los senadores romanos decidieron refugiarse en tierras griegas. Después de haber perseguido a cada uno de los senadores, Julio César planeó el asesinato de Pompeyo, quien había buscado un nuevo refugio en el reino de Egipto. Con el apoyo de los ministros egipcios, Pompeyo fue asesinado.

Después de eliminar a sus enemigos directos, Julio César convirtió a Egipto en protectorado romano administrado por la reina Cleopatra. Volviendo a la capital de la República, recibió una bienvenida gloriosa. Desde entonces, amparado por los ejércitos romanos y por la plebe urbana, Julio César ejerció el cargo de dictador durante los siguientes diez años.

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