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Sostener la vela, una expresión y una profesión antigua

Sostener la vela

En la actualidad, podemos ver que muchas personas se enfrentan a graves dificultades para encontrar un acompañante sentimental o pareja. Y todo, a pesar del ambiente social creado a través de la tecnología y específicamente Internet. Habitualmente, alegan que nadie está dispuesto a sustentar una relación cuando la complicidad o la posibilidad del matrimonio estén a la vista. En ese verdadero desencuentro entre tantos solteros, algunos acaban no solamente sintiendo el peso de la soledad, sino también repudiar la proximidad con los afortunados que encontraron una posible media naranja.

No es difícil escuchar a un soltero rechazando a salir con una pareja o matrimonio, a fin de ‘sujetar la vela’. Cada invitación con una pareja unida puede resultar en una pequeña obligación por parte de los pobres solteros. Dejando de lado su uso tan trivial, este tipo de situación sirve para justificar tal expresión. De hecho, para que ese misterio de la lengua sea definitivamente esclarecido debemos remontarnos a varios lugares y usos que la bendita vela ha tenido a lo largo de la historia.

Durante mucho tiempo, la falta de linternas o lámparas de larga duración dificultaba la realización de cualquier oficio en lugares poco iluminados. De esa forma las velas se volvían el único recurso suficiente capaz de suplir la búsqueda por la claridad. En el periodo medieval, las velas acostumbraban a ser sujetadas por los aprendices de las corporaciones del oficio artesanal. Mientras ayudaban en la iluminación del lugar, acompañaban las etapas que envolvían la ejecución de una tarea o la aplicación de alguna técnica.

De simple necesidad, sujetar velas terminó transformándose en una actividad profesional de menor importancia. En algunos teatros y locales nocturnos era común observar la presencia de jóvenes que eran pagados para mantener las velas en estos establecimientos encendidas. Entre los franceses, esa expresión estaba asociada con el curioso hábito de los nobles y burgueses de elegir un criado para quedarse de espaldas, sujetando la vela o el candelabro, mientras los patrones tenían sus relaciones íntimas con su pareja.

Toda la desgracia que se relacionan con la tarea de mantener la vela acabó haciendo que la expresión fuese originalmente usada para arremeter a cualquier tipo de subordinación degradante. De esa forma, hace bastante tiempo que las velas empezaron a formar parte de la historia de las relaciones humanas de un modo u otro.

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