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Robar en la infancia

Robo en la infancia

Juana tiene 4 años. Recientemente los padres percibieron que había traído para casa pequeños objetos pertenecientes a amigos del jardín de infancia. Una pequeña bolsa ofrecida por la madre se convirtió en el escondrijo para guardar el alijo de sus pequeños tesoros que afirma siempre ser suyos.

Su tía, con quien siente un gran afecto, también fue objeto de sus investidas. Un collar y una barra de labios fueron también destinados a la referida bolsa que es ya el lugar donde todos van a buscar cuando algún objeto desaparece.

Las cuestiones que se plantearon los padres del ejemplo ficticio son las mismas que podría hacer cualquiera en circunstancias similares. ¿Será que es normal? ¿Mi hijo se volverá un delincuente? ¿Cómo tendré que actuar frente a esta situación?

En el caso de Juana no se puede hablar de robo, una vez que a su edad el niño no haya adquirido la noción clara de la propiedad. La noción de ‘mío’ es adquirida mucho antes que el ‘tuyo’, pues el niño tiene un pensamiento marcadamente egocéntrico en sus primeros años. El niño pasa por una fase en que todo le pertenece. En ese periodo, el robo no tiene sentido racional. Además de esta incapacidad en percibir que los objetos no le pertenecen por el simple hecho de gustarles, el niño muchas veces cree que poseyendo objetos de los otros se hará un igual entre ellos. Juana tiene un lazo afectivo con su tía, tal vez por eso ella sea objeto preferencial de estos hurtos.

En los niños de 4 o 5 años que este tipo de conducta tiene un carácter exploratorio, no abarcando ningún tipo de maldad, ya que el niño no tiene bien desarrollado el concepto de moral del bien y del mal. Solamente podemos hablar de hurto a partir de una suficientemente mayor sobre los 7 años, una vez que en esta edad se considera que el niño promedio ya desarrolló una serie de nociones que anteriormente no poseía.

Cuando los padres se dan cuenta de que sus hijos traen para casa objetos que no le pertenecen o toman una actitud de indiferencia o, más frecuentemente, castigan severamente a los hijos. Cualquiera de estas opciones no es la más indicada. Lo que se debe hacer para prevenir este comportamiento – que puede ser normal y pasajero – consiste en tomar una serie de estrategias en otra dirección.

Actitudes a adoptar

No castigar severamente al niño, porque haciendo así seguramente no obtendrá los resultados deseados. Cuando los padres reaccionan de esta manera pueden promover la aparición de diferentes comportamientos tales como repetición compulsiva del acto, la rebeldía exagerada por parte del niño o la formación de una conciencia excesivamente rígida e inflexible. Castigos exagerados solo contribuyen a que estos comportamientos disfuncionales puedan ser desarrollados.

Es aconsejable comenzar a ayudarle a entender las razones que le llevaron a tomar lo que no le pertenece, sin generar sentimientos de ansiedad y culpa.

No debe ser señalado de ladrón, ni siquiera en tono jocoso, pues ello lo podría asustar o inhibir de hablar consigo abiertamente sobre tal situación.

Para evitar que él recurra a la mentira para justificar sus actos, en lugar de preguntar si ha robado algún objeto, le decimos antes que sabemos que trajo algo para casa que no es suyo y que eso provocó una gran tristeza. Este sentimiento debe ser explicado, apelando sobre todo a lo que las personas sienten cuando les es retirado algo que es suyo.

Mostrar que pedir a los padres lo que le gustaría de tener es una excelente alternativa para prevenir el hurto.

Podemos ayudar a devolver el objeto robado y pedir disculpas por el acto practicado, aunque eso parece ser una tarea delicada.

Se debe tratar de no promover sentimientos de culpa ni responsabilidad sobre el comportamiento. Contrariamente a lo que muchas veces se piensa, este tipo de comportamiento no es habitualmente sinónimo de carencia afectiva.

Por último, no olvidar que esta es una tarea para lograr a largo plazo y que requiere de grandes dosis de sensatez y sensibilidad. Si después de tomar las medidas sugeridas este comportamiento se extiende más allá de los 7 años, entonces se recomienda buscar la ayuda de un especialista.

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