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Monstruos y héroes en la humanidad

Marduk contra Tiamat

La transformación de fieras devoradoras en monstruos parece haber sido completada al final del periodo paleolítico en la Prehistoria, momento en que los humanos descubrirían la auto-expresión en forma de arte a un paso del inicio de la civilización desarrollada.

Un indicio de esta tesis es el famoso cuadro llamado Sorcerer, que se encuentra en la cueva de los Trois Freres, en el norte central de los Pirineos. Pintado hace 12.000 o 15.000 años, la imagen es considerada por muchos estudiosos la primera representación de monstruo en la humanidad.

Milenios más tarde, con el advenimiento de la escritura, los monstruos abandonaron las cavernas prehistóricas para surgir en cuentos y tradiciones de textos mitológicos en la Antigüedad.

Uno de los primeros ejemplos registrados sería Humbaba, criatura con el rostro repleto de intestinos retorcidos, aliento de fuego y mandíbulas mortales. Humbaba aparecería en la primera gran epopeya de la humanidad, en el poema babilónico de Gilgamesh (2000 a.C.). El poema relata la lucha y victoria del héroe Gilgamesh sobre este demonio. La confrontación es uno de los primeros encuentros que enfrentaría a héroes con demonios de modo arquetípico.

La lista de legendarios duelos entre bestias y héroes es extensa con numerosos ejemplos en la sociedad: Marduk contra Tiamat entre los antiguos babilonios; Ninurta contra Anzu en la civilización sumeria; Hércules contra Cerbero entre los griegos.

El antropólogo David Gilmore también señala que muchos mitos de creación comienza con la existencia de un monstruo que debe ser derrotado, incluso antes que los humanos llegasen de la oscuridad y poblasen el Universo.

El académico Gilmore realizó numerosas investigaciones sobre los monstruos de muchas culturas y escribió la obra Monsters: Evil Beings, Mythical Beasts, and All Manner of Imaginary Terrors en la que existe un sorprendente patrón entre todos los seres imaginarios desarrollados.

En su trabajo, Gilmore describe una gran variedad de monstruos nacidos en la imaginación de los pueblos y sociedades. Los indios de Canadá, como las tribus Ojibwa, Cree y Saulteaux, por ejemplo, creen en un ser llamado Windigo, que tiene un corazón de hielo, y devora a los seres humanos. En Nueva York, los neoyorquinos son aterrorizados por criaturas conocidas como gigantes de piedra, demonios ocultos en los bosques que comen cazadores desprevenidos. En el sur de los Estados Unidos, los Cherokees tienen como mito monstruoso a Uktena, una peligrosa serpiente acuática.

Y la lista continúa. Entre los pigmeos del Congo, hay una especie de dinosaurio devorador de hombres llamado Mokele-Mbembe. En Kenia, Nandi, una bestia semejante a un oso, también se alimenta de seres humanos. En el viejo Tíbet y Japón, hay innumerables historias de mitos y monstruos que deben ser derrotados por los héroes, de lo contrario toda la sociedad local de un determinado período sería eliminadas. En América Latina, los mayas creían en un ogro gigante que comía a los niños y ocasionalmente a los adultos. Los aztecas, por su parte, temían a las culebras gigantes demoníacas.

A pesar de las distancias geográficas y temporales, todos estos monstruos tienen fuertes similitudes. Una de las claves es que por lo general viven en las cercanías de donde los seres humanos: en las montañas que rodean la ciudad, en los bosques o desiertos alrededor de la región, dentro de los límites de los ríos. Por otra parte, siempre son muy violentos con los seres humanos amenazando su mortalidad. Para completar, son famosos por comer carne humana. Y así en todo el mundo y en cualquier momento. Desde los más primitivos recolectores y cazadores de la Prehistoria, han existido criaturas en el bestiario mitológico del folklore.

El hecho de que los monstruos sean casi siempre violentos hacia los seres humanos y la adoración por nuestra carne se explica fácilmente por la transformación de los depredadores reales de nuestros ancestros en estas criaturas imaginarias. La ubicación generalizada de os monstruos en las periferias también resulta una herramienta evolutiva para asegurar la supervivencia de nuestras especie. Así, existe una tendencia a poblar lugares desconocidos y peligrosos con bestias mitológicas, lo que nos da la razón de evitar frecuentar esos lugares.

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