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Lenguas del mundo

Lenguas del mundo
Sea cual sea la comunicación que mantienen los seres humanos por medio de la lengua, los gestos o las señales, debe cumplirse el mismo proceso: adecuarse al pensamiento que se tiene la voluntad de comunicar; no obstante, las lenguas que se conversan en el mundo, aunque cumplen con esa finalidad, difieren ampliamente entre sí tanto en sus sistemas fonéticos como en sus estructuras gramaticales.

Clasificación en función de criterios formales

Se puede fijar una clasificación de las lenguas sobre la base de sus distinciones gramaticales. A comienzo del siglo XIX los lingüistas de la escuela comparativa pretendieron agrupar las lenguas tipológicamente en cuatro conjuntos de pacto con un criterio morfológico. Estos conjuntos de lenguas son: lenguas analíticas, aglutinantes, flexivas e incorporantes.

Las lenguas analíticas, además llamadas aislantes o isolantes, son las que tienen palabras de una sola sílaba que pueden ser portadoras del significado básico o del semejante de los elementos gramaticales como persona, pasado. Cada palabra es inmutable. De este modo, en chino para decir que alguien vino hay dos palabras: lai (‘venir’) y li (‘pasado’).

Las lenguas aglutinantes son las que reúnen (aglutinan) en una sola palabra varios elementos, cada uno de los cuales tiene una significación fija e individual. A la raíz de la palabra se le agregan los afijos. El turco es un ejemplo de lengua aglutinante; así, la raíz äv (‘casa’) puede recibir los sufijos, äv dä (‘en la casa’), äv lar (‘las casas’) y äv lärda (‘en las casas’).

En las lenguas flexivas, los afijos proporcionan las variaciones de género, caso, persona, número, voz, aspecto, tiempo y conjugación, que constituyen la flexión. El latín, el griego y el español son ejemplos de lenguas flexivas.

Por último, en las lenguas incorporantes en las que una oración entera se puede expresar con una sola palabra, compaginando marcas aglutinantes y aislantes. El swahili (véase Lenguas africanas) es una lengua incorporante; por ejemplo, la palabra hatukuviwanunulia significa ‘no los adquiriremos para la gente’ y sus componentes son: ha (negación) tu (nosotros) ku (pasado) vi (pronombre objeto de tercera persona plural y género neutro) wa (la gente) y nunulia (adquirir a, adquirir para).

Clasificación genética o por conjuntos de familias

El suceso de que dos lenguas tengan el mismo orden de palabras dentro de la oración no quiere decir que estén relacionadas entre sí. Para conocer si se conserva una relación hay que estudiar su genealogía y clasificarlas desde el punto de vista genético. Esta clasificación, a diferencia de la tipológica, supone la comparación de los sistemas fonéticos y de las unidades de significación para intentar de esclarecer su grado de parentesco. Del mismo modo que los semejantes familiares entre las personas muestran su raíz genética, entre las lenguas emparentadas se conservan semejantes aunque se trate de lenguas muertas.

Los miembros de una familia lingüística tienen una conexión histórica y se precipitan de un antepasado lingüístico común. Los árboles genealógicos muestran las relaciones entre las lenguas; la lengua troncal más antigua se encuentra en la cúspide del árbol y las ramificaciones subsiguientes muestran el grado de alejamiento o cercanía entre los miembros de la familia. Las lenguas emparentadas lo están en sus elementos gramaticales y en el léxico, y exhiben correspondencias regulares entre los sistemas fonético y semántico. Por ejemplo, la palabra inglesa fish y la española pez corresponden a la latina piscem; asimismo, la inglesa father y la española padre corresponden a la latina patrem. Donde el latín tiene -t- en posición interior de palabra, el español tiene -d- y el inglés -th-, como lo muestra el conjunto anterior patrem, padre, father. Todas están emparentadas, son calcos, esto es, genéticamente es la misma palabra. Donde el latín y el español tienen p-, el inglés tiene f-. La lingüística comparada estudia el campo en el que se establecen las correspondencias sistemas entre fonemas y sememas (sonidos y unidades de significado) de las palabras calco (además llamadas cognadas). Por medio de la comparación entre las lenguas vivas ya reunidas se pretende reformar el antepasado común, perdido en muchos casos. A estas lenguas precursoras, hoy total o parcialmente reconstruidas, se las califica como proto, como el proto-indoeuropeo.

Familias europeas y asiáticas

La más conocida es la familia de las lenguas indoeuropeas en la que están incluidas la mayoría de las lenguas europeas, las del norte de la India y de otras regiones intermedias. Consta de las siguientes subfamilias: itálica, germánica, celta, griega, báltica, eslava, armenia, albanesa, indoirania y las extinguidas hitita y tocaria. Hay otras subdivisiones en cada una de las subfamilias. El español, por ejemplo, pertenece a la rama de las lenguas románicas, que están incluidas en la subfamilia itálica dentro de la gran familia indoeuropea. El grado de parentesco que se conserva entre el español y otras lenguas de la misma familia, como el inglés, el griego y el sánscrito, es cada vez más remoto.

La familia indoeuropea es una de las doce familias que se han propuesto como espaciosas agrupaciones de lenguas. Existen diversos enfoques lingüísticos a la hora de fijar las clasificaciones. Por ello, en el momento en que concretas escuelas anglosajonas conversan de familias de lenguas, los lingüistas europeos, con mayor tradición comparativa, prefieren dialogar de subfamilias. Por otra parte, estos últimos se muestran muy reticentes en el momento en que se fijan concretas agrupaciones porque hay pocos datos y mucha premura en las clasificaciones.

En Europa se conservan otras lenguas que no pertenecen a la familia indoeuropea; es el caso de la lengua vasca, lengua que al parecer no está relacionada con ningún otro conjunto de lenguas conocidas. El finlandés, estonio, lapón (o saami) y húngaro son las lenguas más occidentales de la llamada rama ugrofinesa (que además incluye otras lenguas de los Urales y de Siberia). Algunos autores vinculan la familia altaica a las lenguas urálicas en un conjunto designado uralaltaico (agrupación hoy desechada por la escuela comparativa); la rama primordial de las lenguas altaicas está formada por el turco, el mongol y las manchú-tungus. A los conjuntos de lenguas siberianas que no parecen estar emparentadas se los ha designado lenguas paleosiberianas. En el Cáucaso se conversa de las lenguas caucásicas; la más estudiada ha sido el georgiano.

Muchas lenguas de la India y de sus residentes al noroeste pertenecen a la rama indoirania de la familia indoeuropea. Otros dos conjuntos de lenguas, la munda, que se suele considerar como rama de las lenguas austroasiáticas, y la dravídica (ambas incluidas en las lenguas indias) representan a más de ochenta millones de hablantes. En el sur de Asia encontramos las lenguas chinotibetanas con cientos de millones de hablantes. Sus ramas primordiales son la tibetano-birmana y la china. Algunas escuelas lingüísticas vinculan esta rama china con las lenguas thaís (donde se incluyen el thai y el siamés); otras estiman que no forman parte de ellas.

Lenguas del Pacífico y africanas

En el Pacífico se conservan tres grandes conjuntos: el primero entiende a la familia malayo-polinesia, cuya rama occidental está formada por la indonesia y la oriental por la oceánica; el segundo conjunto lo configuran las lenguas papúes, las de Nueva Guinea, con numerosas lenguas aisladas y otras agrupaciones (puede que exista algún tipo de conexión aún no hallada); el tercer conjunto lo constituyen las lenguas indígenas de Australia (emparentadas entre sí, aunque no se conoce una agrupación mayor que las incluya). Aún cabría dialogar de un cuarto tipo, el referido a la lengua tasmana, hoy oculta.

En África centro-oriental se conversan las lenguas de la familia camitosemítica o afroasiática. Está integrada por cinco ramas semíticas: además del árabe y el hebreo, la integran el chadiano (que incluye el hausa, lenguas muy difundidas en el occidente de África), el bereber (del norte de África), el cusita (en el este de África) y el copto, hoy sin rastro. Hay otras tres grandes familias africanas: la nigero-kordofana, cuya rama más extendida es la nigero-congoleña; la bantú, que es la agrupación más difundida en el este y sur de África, con el swahili y el zulú, y la familia nilo-sahariana, cuya primordial subdivisión es la nilo-chari y la rama nilótica con la lengua de los masai. La familia khoisán incluye las lenguas clic de los pueblos que viven en el desierto de Kalahari.

Lenguas aborígenes americanas

La clasificación de estas lenguas ha dado como resultado la identificación de unas 150 familias, conforme criterios muy estrictos. Desde otras escuelas se han agrupado en torno a una docena de cúmulos que se han designado superestirpes, aunque los últimos estudios han echado abajo tales clasificaciones. Incluso aplicando el primer criterio quedan sin agrupar suficientes cúmulos de ellas. En la costa del Ártico y en Groenlandia los inuit conversan las lenguas aleutianas-esquimales; las esquimales se subseparan en la inupik y la yupik. En la zona subártica del Canadá se encuentran las lenguas athabasca y algonquino. En Estados Unidos se conversaba algonquino al este del río Mississippi, que convivía con el iroqués y el muskogee. En las Grandes Llanuras se conversa una familia de lenguas que recibe ese nombre, cuyo primordial idioma es el sioux, sin embargo además se conversan lenguas de la rama occidental del algonquino y las caddo. Las shoshone (de la familia yuto-azteca) se conversan en la Gran Cuenca, y más al norte se localiza la familia sahapta. En la Costa Noroccidental se hallan las familias salish y wakashan, las lenguas tlingit (que se cmonarcaeron emparentadas con las lenguas athabascas) y la haida, que es una lengua aislada. Por toda la región cultural del Suroeste se encuentra el apache, rama del athabasco, y junto a él el conjunto yuma y otra rama de las lenguas yuto-aztecas. En California se han encontrado muchas lenguas que constituyen pequeñas agrupaciones, cuyas relaciones no parecen claras.

La familia yuto-azteca está muy difundida en México y en Centroamérica; su representante más relevante es el náhuatl. También se reconocen las lenguas de la gran agrupación otomanque (mixteca, otomí y zapoteca, entre otras) así como las familias mix-zoque, totonaca o totonaco y tequistlateca. La familia maya, con varios millones de hablantes, entiende unas 24 lenguas. Véase además Lenguas aborígenes de Hispanoamerica.

Según el criterio que se aplique para clasificar las lenguas de América del Sur, cabe cifrar la vida de unas 90 familias que no incluyen todas las lenguas se conservantes en el subcontinente. El quechua, el aimara, el tupí-guaraní y el mapuche son las lenguas más conversadas. En el norte de Sudamérica, así como en el sur de Panamá, se encuentran las lenguas del conjunto chibcha (con el guaimí, el paez y el warao), sin embargo la familia que tuvo mayor difusión la constituye la arawaca (con el isleño, el guajiro y el campa). En el agrupación gê se pueden incluir numerosas lenguas que se conversan en Brasil.

Clasificación geográfica

También resulta de gran utilidad estudiar y observar las vías de comunicación a través de las cuales las lenguas vecinas han podido vincularse. Cuando se han estudiado, por ejemplo, las lenguas de la Costa Noroccidental de Estados Unidos, se ha encontrado que estas lenguas compartían el léxico (por ejemplo, en relación con las faenas de pesca de algunos de sus pueblos), demostrando que conservaban muchas concomitancias. Todo ello implica que a lo largo de los siglos han existido préstamos gramaticales, fonéticos y léxicos entre las lenguas de una región concreta. Sin embargo, las similitudes regionales no certifican el parentesco, ni tampoco que pertenezcan a un mismo conjunto de lenguas.

Lenguaje oral y lenguaje escrito

Cuando una lengua tiene escritura y expresión oral, esto es que no es una lengua muerta, su escritura puede presentar los caracteres gráficos de otra lengua y haber adaptado a su alfabeto los fonemas, sílabas o morfemas que ésta no tenía en sus orígenes. Al estudiar la adaptación que se conserva entre escritura y expresión oral, es posible comparar la forma oral y escrita de una lengua.

Existen muchos tipos de escritura. En la china, cada signo escrito es un morfema. En la escritura cherokee, cada icono representa siempre la misma sílaba. El japonés tiene una escritura semejante, los llamados silabarios. En las escrituras que emplean un alfabeto, como el latino, cada signo representa un sonido de la lengua conversada. El alfabeto latino tiene 26 letras que suelen conservar las lenguas que lo emplean, aunque no coincidan con el número de fonemas que tienen que representar. Por ejemplo, en español se conservan sonidos no existentes en la lengua latina; para representarlos se usan mezclas de letras denominadas dígrafos, como ll, ch, o la tilde sobre la n (ñ).

La forma escrita de las lenguas es constante, estática y suele evidenciar la forma que tenía la lengua en el momento en que se adoptó el alfabeto, silabario o sistema gráfico del que se trate. En cambio, la lengua conversada es dinámica y cambia continuamente, aunque lo haga con lentitud desde el punto de vista fonético. El caso del español no ofrece grandes conflictos de adecuación entre la escritura y la pronunciación, especialmente si comparamos su situación con la de otras lenguas, como el inglés, donde la inadecuación es muy notoria. En las lenguas que han adoptado un sistema de escritura recientemente (como el swahili) o que lo han reformado (como el hebreo), es donde mejor se observa la adaptación entre la lengua oral y la escrita.

A diferencia de la comunicación verbal, la escritura no representa el timbre, el tono, la intensidad o la entonación; si acaso, incluye, en el mejor de los casos, determinadas señales, como los de puntuación o las mayúsculas. Tampoco entiende las variantes dialectales e idiomáticas. Prueba de ello es que los chinos que conversan dialectos diferentes se entienden mejor por medio de las formas escritas que por la lengua oral. Por ese motivo, los hablantes de los diferentes dialectos del alemán escriben en alto alemán, que han adoptado como norma escrita. En Latinoamérica no se conserva en general una aguda situación de incomunicación entre los hablantes de las variadas zonas, por lo que ni la lengua escrita ni la conversada suponen una barrera para la comprensión. Véase Español de América.

La norma lingüística

La lengua escrita de la lengua goza de un prestigio mayor que la oral y suele tener una complejidad gramatical y un léxico más necesario. De este modo pues, la norma escrita, que se suele denominar literaria, suele influir en la comunicación verbal de la población escolarizada. En ciertas circunstancias, esos hablantes pretenderán imitar la norma escrita e, incluso, por razones de cultura, previenen el empleo de sus usos orales, que relegan para las circunstancias menos relevantes. En los países árabes, por ejemplo, las personas cultas emplean la norma del árabe clásico tanto en la comunicación verbal como en la lengua escrita, mientras que las personas menos instruidas sólo emplean el árabe coloquial. El uso de dos diversidades de la misma lengua y por un exclusivo hablante en circunstancias diferentes se denomina diglosia. Son diglósicos los hablantes que emplean la norma literaria como lengua oral si están en público, y su norma nativa regional en el momento en que están entre amigos (como ocurre con los suizos germano-hablantes).

La norma en una lengua es aquella diversidad que se ha transformado en dominante; esta situación puede darse por razones políticas y es la legislación o las tradiciones las que la consagran. La norma lingüística es la que rige la escritura, esto es, es la diversidad literaria de la comunidad de hablantes o, al menos, la que tiene una norma ortográfica o una agrupación de materiales escritos en ella. Cuando se muestra una lengua, se muestra la norma lingüística y quienes la aprenden es incapaz den incorporar sus propios hábitos personales.

Dialecto, argot y jerga

Un dialecto es una diversidad de una concreta lengua que se distingue claramente de aquellas que se emplean en otras zonas geográficas. Por ejemplo, los habitantes de las islas Canarias suben a la guagua igual que los chilenos, en tanto que los hablantes del español en la península Ibérica lo hacen al autobús. Entre aquellos que conversan el mismo dialecto geográfico, se conservan otras diversidades lingüísticas que dependen de circunstancias específicas.

Un caso diferente es el de los lenguajes especiales que emplean profesionales o sindicatos (abogados, médicos, labradores, artesanos y otros) en el momento en que conversan de su profesión, o conjuntos sociales (jóvenes, marginados) que se sirven de un lenguaje informal bien como aseveración generacional o para no ser entendidos por personas ajenas a ellos; en general, este modo de expresión se denomina argot. Un argot formado por toda una terminología especializada que usan los miembros de una concreta profesión, sin connotaciones peyorativas, es lo que constituye una jerga. La emplean los abogados, médicos, los pescadores y los delicados, por citar algunas profesiones. También se juzga jerga o germanía al lenguaje del mundo del hampa. Sin embargo, el empleo de los términos argot, jerga y germanía varía conforme los autores.

Sabir o pidgin y lenguas criollas

Dada la función comunicativa de la lengua, existen idiomas que desarrollan sus propias diversidades dialectales y de argot para asegurar la comunicación hasta transformarlas por completo (el latín vulgar sobrellevó esta evolución). Puede ocurrir que el cambio se lleve a cabo con gran rapidez como resultado del contacto entre pueblos que conversan idiomas diferentes y tienen la urgencia de negociar intercambios. En esas circunstancias es posible que aparezca un sabir o pidgin, lengua de urgencia que está inspirada en la estructura gramatical de una sola lengua, sin embargo en el léxico y en la fonética recibe y adopta las formas de cuantas lenguas tienen las personas que lo usan. En el área hispánica se denomina sabir porque ése fue el nombre de la primera lengua de intercambio que se basó en la gramática del español; en el área de influencia del inglés recibe el nombre de pidgin por motivos análogos.

Estas lenguas no tienen hablantes nativos y suelen tener por origen las necesidades de los comerciantes para hacerse comprender por los indígenas de regiones distantes en zonas costeras. Cuando los hablantes de un sabir lo difunden a sus hijos, que lo acaban convirtiendo en su primera lengua, aparece una lengua criolla. El criollo ya tiene hablantes nativos que constituyen toda una comunidad y evoluciona como otra lengua cualquiera. Un ejemplo de todo ese proceso lo representa el papiamento, lengua que apareció en las Antillas como sabir hasta transformarse en criolla. Otro ejemplo lo representa el pidgin-english que se conversa en los puertos chinos y que ha evolucionado hacia una lengua criolla, el chinook. Otro ejemplo es el caso del idioma de Sierra Leona, el krio, que surge a partir de un pidgin inglés en la costa de África. Véase Lengua franca.

Lenguajes internacionales

Con el fin de solucionar los conflictos de comunicación que hay en el mundo, debido a la enorme diversidad lingüística se conservante, se ha propuesto negociar el empleo de un lenguaje internacional. En algunos casos, ciertas lenguas cumplen esta función. Las denominadas lenguas de amplia difusión (en inglés, Languages of Wider Communication, LWC) —como el inglés o el francés, que muchas personas conversan como segunda lengua— cuentan con muchos defensores que preservan que cualquier persona debería conocer al menos una de ellas. Por otra parte, ha surgido además un movimiento a favor de la haceción de una lengua artificial que todo el mundo debería conocer.

A lo largo de cierto tiempo estuvieron de moda algunas lenguas artificiales, que luego prácticamente se han esfumado. De todas ellas, el aguardanto ha tenido bastante éxito, ya que tiene una gramática sin irregularidades, una pronunciación sencilla y un léxico inspirado en el latín, el griego, las lenguas germánicas y las románicas. Ahora bien, para los hablantes de otras lenguas, el aguardanto no parece tan internacional y resulta más difícil de aprender y de dialogar. Una nueva propuesta como lengua internacional la representa el loglan (que se constriñe como lengua lógica), desarrollado en laboratorio y del que se dice que está libre de connotaciones culturales y que permite a sus hablantes expresar los pensamientos con toda claridad y sin ambigüedades. Posee muy pocas normas gramaticales, un sistema fonético escueto y un léxico extraído de las ocho lenguas más difundidas por el mundo: inglés, chino, hindi, ruso, español, francés, japonés y alemán.

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