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Imperio incaico y el dominio de la geometría

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Una de las culturas más fascinantes, incluso hoy en día, en todos los aspectos, es sin duda el Imperio Inca. Monumentos, templos y ciudades misteriosas erigidas por este pueblo, siguen siendo uno de los misterios más interesantes que esperan una explicación racional de una población lejos de ser comprendida en su plenitud.

Sin embargo, desde su descubrimiento en 1911 por el explorador estadounidense Hiram Bingham, conocemos detalles sobre sus inquietudes como las observaciones astronómicas sistemáticas, principalmente del Sol –para ellos, el Dios Supremo. La historia nos cuenta que los incas dedicaban a este astro fiestas, rituales y templos distribuidos por todo el templo. Tal adoración era tan fuerte que no podía ser totalmente borrada por la civilización europea: incluso hoy en día, más de quinientos años después de la conquista española, gran parte de la población de los Andes trata el Sol por el nombre cariñoso de Taita Inti (Papa Sol). La extrema importancia del cielo para la cultura se ve reflejada en muchos aspectos de la civilización.

Al parecer, el Imperio Inca fue construido enteramente sobre la base de las observaciones astronómicas múltiples y constantes. Sin embargo, incluso después de siglos de estudio y de investigación en muchas áreas diferentes, muchos de los edificios y costumbres aún se desconocen. Tal vez el mayor misterio, y la causa de muchas discusiones en el ámbito científico, es lo que se refiere a la toma de posiciones. Los incas construyeron una civilización y un imperio que aún sigue inundado de incógnitas sin resolver. Las nociones de geografía y geometría eran bien experimentadas –prueba de ello tenemos la construcción de famosas ciudades como Machu Picchu, Cusco, Ollantaytambo y la enigmática meseta de Nazca.

También se inspiraron de conceptos de geografía para determinar el mejor momento para la siembra y la cosecha, ya que eran autosuficientes en materia de alimentos. Sin embargo, el método por el cual determina algunas posiciones sigue siendo desconocido. Por supuesto, hoy en día tenemos numerosos aparatos e instrumentos para la toma de posiciones geográficas, tal vez el más conocido de ellos es el compás. A través de ella podemos identificar en cualquier parte del mundo, los puntos cardinales norte y el sur, y, en consecuencia, el este y el oeste. A diferencia de lo que mucha gente piensa, estos puntos no tienen que servir de referencia, ya que la brújula indica el norte y sur magnético y no geográfico, que en realidad es más importante. Los puntos de la brújula magnética tiene una profunda conexión con el eje magnético de la Tierra, y debido a esto, a medida que avanzamos en la superficie de nuestro planeta, estos valores sufrirán cambios significativos. Cerca del Ecuador, por ejemplo, cualquier cuerpo físico ciertamente pesa unos gramos menos que en el mismo órgano ubicado cerca del polo magnético, sea éste norte o sur. Ya los puntos cardinales geográficos son aquellos indicados en la mayoría de los mapas, y por tanto, los más aceptados y conocidos.

Sin embargo, para que podamos identificar estos puntos desde cualquier punto en el horizonte, que como su nombre lo indica, son puntos, es necesario conocer la declinación magnética –que variará según la temporada y movimientos del Sol.

A diferencia de lo que se dice también en la mayoría de los libros de Geografía, el Sol sale y se pone en el Oriente a Occidente, no todos los días del año, sino sólo en dos ocasiones: en la entrada de la Primavera y en la entrada del Otoño es decir, los equinoccios (palabra que significa la igualdad entre la duración del día y la noche).

Como podemos ver, es necesario observar el horizonte en el momento exacto de la salida y la puesta del Sol para determinar los puntos cardinales. ¿Cómo explicar entonces que los incas determinaron los puntos tal como se encuentra en las rocas del Intihuatana sin un horizonte visible? Los turistas y estudiosos que han visitado la ciudad sagrada de Machu Picchu, por ejemplo, pueden notar que en ninguna parte de la ciudad podemos ver el horizonte, pues la gigantesca cordillera de Andes domina toda la longitud alrededor de este místico lugar. Todo parece indicar que su gran conocimiento sobre la posición geográfica se debe a la observación sistemática del desplazamiento del Sol, así como su ubicación en los solsticios ( (mayor distancia desde el Sol hacia el Norte y el Sur en relación con el Ecuador) y equinoccios.

Trazando ángulos y estudiando nociones de geometría y trigonometría, tal vez podamos comprender en un futuro gran parte de los orígenes de las construcciones incaicas. Las figuras de Nazca, por ejemplo, en contra de lo que algunos proclaman, no tiene relación con los extraterrestres. Es una prueba innegable de la inteligencia de los antepasados incas. Esto es en realidad un tratado de geometría grande y sensacional. Sus diseños son simétricos y sus ángulos dirigidos según los puntos cardinales y algunos sistemas de estrellas. Para Maria Reiche, investigadora alemán, la meseta de Nazca no era más que un gigantesco calendario astronómico, donde sus cifras son simplemente representantes de las deidades astrales. Algo así como nuestras constelaciones. Absolutamente nada que ver con los extraterrestres. Un estudio más detallado se debe hacer sin embargo para aclarar la utilidad de tales figuras gigantescas.

Una de las mayores obras de la civilización incaica empieza a ser desvelada. Se trata de la famosa construcción de Intihuatana, localizada en Machu Picchu, en los Andes peruanos. La roca, considerada por mucho un poderoso centro de energía, permaneció abandonada durante los pasados siglos. Místicos, esotéricos y curiosos se acercan a este lugar sagrado para desvendar su utilidad.

Para los incas, sin embargo, esta pirámide de piedra no era una simple piedra, sino un complejo reloj solar con funciones específicas. Debido al contacto íntimo con el cielo, las personas que una vez vivieron allí necesitaban conocer los astros para su supervivencia. Como eran autosuficientes, en términos de alimentación, debían conocer la mejor época de plantación y recolecta de alimentos, así como era necesario saber los puntos cardinales para edificar, siendo la piedra una referencia útil.

Las nociones adquiridas sobre geometría y trigonometría eran adquiridas a través de profundos estudios del cielo, su única pantalla cinematográfica. Por otro lado, siendo politeístas, consideraban los astros como sus dioses. Es así como crearon constelaciones, calendarios y monumentos que atraen hoy a millones de turistas. La civilización incaica tenía una profunda conexión con el más allá,  una conexión todavía compleja y difícil de interpretar por todos los conocimientos que oculta el Imperio Inca.

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