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hist&erico

histérico
Quizá como un posible caso de eso que se llama machismo linguuml;istico, el adjetivo histérico o, por lo que decimos, más exactamente, histérica, seria una de esas palabras que hacen referencia al sexo y acaban por cargarse con una connotacion negativa para uno de los dos componentes de la pareja humana tradicional. Este mismo proceso, segun muchos autores, se apreciaria en palabras como coñazo, sexo débil o suegra, por no citar la larga lista de nombres de animales que, en femenino, insultan, pero en masculino son bastante menos ofensivos, cuando no halagos. Nos referimos a casos como lagarta, zorra, perra, gallina o vaca, frente a sus respectivos masculinos lagarto, zorro, perro, gallo o toro, que no necesitan más explicacion.
Similar asunto es el de histérico/a, habida cuenta de que el significado de ‘persona que grita fuera de si, que pierde el control’, casi sinonimo de loco/a, es una perversion linguuml;istica, léxica, de una enfermedad femenina, no muy claramente descrita, pero ubicada sin lugar a dudas en el utero, palabra que en griego se decia hystera, de donde se creó el adjetivo hysterikos, convertido en latin hystericus.
Ocurre que algunos tratados hablan de la enfermedad de la histeria como de un acceso de erotismo enfermizo femenino, o de una disfuncion del sistema nervioso debido a desarreglos del utero, mientras que otros atribuian las emociones fuertes a perturbaciones en el utero. Ya en el siglo XVII es posible encontrar la expresion médica, escrita en latin cientifico, hysterica passio, mera traduccion de una mucho más antigua existente en griego de hysterikagrave; páthé, es decir, ‘pasion histérica’ o, más exactamente, ‘pasion del utero’, lo cual derivaria en el proceso ya comentado.
Sin embargo, tampoco deberian sorprendernos tanto estas referencias y teorias médicas antiguas, dado que entroncan con la idea universal de considerar a las visceras como sedes de las emociones, pensamientos y sentimientos. No debe olvidarse que hablamos de algo entrañable, en humana alusion a las entrañas (precisamente, sinonimo popular de utero), así como de algo cordial, referido directamente al corazon, por no referirnos a conceptos como ‘el valor’, afincado permanentemente por debajo del ombligo de los varones, o, mucho más cultamente, a la creencia del genial filosofo y matemático francés Descartes (1596-1650), quien, en su Discurso del Método (1637), aseguraba que nada menos que el alma se encontraba encarnada en la glándula pineal, situada en el cráneo, debajo del cerebelo.
De esta idea a lo histérico no hay tanta diferencia.

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