Escuelapedia.com Ciencias Erisipela, escarlatina y fiebre maculosa, reumática y tifoidea: enfermedades bacterianas

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Erisipela, escarlatina y fiebre maculosa, reumática y tifoidea: enfermedades bacterianas

Erisipela, escarlatina y fiebre maculosa, reumática y tifoidea

Erisipela: causada por la bacteria Streptococcus pyogenes, ocurre predominantemente en niños y ancianos. La infección ocurre por la entrada de estos patógenos por medio de grietas superficiales de la piel, tales como sabañones. Migrando a los vasos linfáticos, provocan una reacción inflamatoria que incluye la formación de manchas rojizas, calientes y dolorosas; bordes nítidos y bien definidos. Las toxinas liberadas por la bacteria causan fiebre, malestar y dolor de cabeza.

Escarlatina: enfermedad que, al igual que la erispela, cuenta con el Streptococcus pyogenes como agente infeccioso. La toxina que libera la bacteria causa dolor de garganta, fiebre, dolores musculares, náuseas y vómitos; inflamación purulenta de las amígdalas, protuberancias de la lengua y erupciones cutáneas, principalmente en las partes más calentadas del cuerpo, como axilas y pubis. La fiebre escarlata se transmite a través de las gotículas de saliva infectadas por este microorganismo.

Fiebre maculosa de las montañas rocosas: causada por la Rickettsia rickettsii, se transmite por la picadura de la garrapata Amblyomma cajannense infectada. Causa fiebre, vómitos, dolores musculares y manchas rojas en la piel – debido a hemorragias subcutáneas. Puede evolucionar a la muerte del individuo.

Fiebre reumática: desarrollándose como resultado de la infección por la bacteria Streptococcus pyogenes (responsable también por la escarlatina y la erisipela), por contacto con saliva o secreciones nasales de individuos enfermos. Puede causar inflamación del corazón, artritis y complicaciones neurológicas.

Fiebre tifoidea: esta infección, causada por la ingestión de agua o alimentos contaminados por la bacteria Salmonella typhi causa fiebre, dolores de cabeza, úlceras intestinales y diarrea. Como pueden multiplicarse en el interior de las células de defensa del organismo pueden llegar a comprometer el hígado, el bazo, la médula ósea, la vesícula y el intestino pudiendo llevar al individuo a la muerte.

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