Las fibras de amianto causan daños irreversibles en el cuerpo. El amianto pertenece a una familia de minerales fibrosos que se encuentran en los depósitos subterráneos. Es una fibra mineral utilizada en el aislamiento de las casas, en la protección contra incendios (en ropas de seguridad), tanques de agua, suelos, azulejos, componentes de freno para los revestimientos de automóviles, maquinaria y algunos tipos de plástico.
La amplia utilización del amianto se explica por sus propiedades: resistencia al fuego y resistencia a la corrosión, peso ligero y bajo costo de producción.
La inhalación de amianto es extremadamente perjudicial para la salud, causando varios tipos de enfermedades pulmonares. Se cree que las fibras de amianto son responsables del aumento del riesgo de cáncer de pulmón en los trabajadores que están expuestos diariamente a esta sustancia, como mineros, trabajadores de construcción y los profesionales de maquinaria, como mecánica. El cáncer puede pasar inadvertido y surgir solamente después de largos periodos de exposición, es decir, los síntomas pueden tardar hasta 50 años en aparecer.
El peligro del amianto se explica por su acción en el cuerpo, una vez dentro del cuerpo humano, las fibras microscópicas de polvo de amianto nunca son eliminadas. Estas fibras estimulan las mutaciones celulares que son el origen de los tumores. Algunos médicos dicen que el riesgo sólo se plantea cuando el material se rompe o daña, y su polvo es liberado en ambiente. Por lo tanto, el agua potable de un tanque de agua de amianto no resultaría peligroso.
Pese a todo, el amianto ha sido prohibido en los Estados Unidos y casi en la totalidad de la Unión Europea. En América Latina, su uso está siendo permitido, pero existen planes para la disminución de su uso y supresión.
