
Ingmar Bergman

Uno de los cineastas más interesantes del ámbito internacional de posguerra fue el sueco Ingmar Bergman, que dio a sus cintas un aire filosófico muy valorado por los espectadores con inquietudes intelectuales. Por el tratamiento de los grandes conflictos que aquejan al hombre: la soledad humana, los conflictos religiosos y las obsesiones sexuales, se transformó en el destacado director sueco y en un autor fundamental en la historia del cine. En El séptimo sello (1956) estudia los misterios del fallecimiento y la moralidad a través de la historia de un caballero medieval que juega una partida de ajedrez con el fallecimiento.
En Fresas salvajes (1957), que representa el igualmente cineasta Victor Sjöström, hace una serie de flashbacks poéticos rememorando la vida de un antiguo docente. Las cintas de Bergman examinan el amor y otras cuestiones clave de la existencia humana; en ellas estudia con mucha habilidad las relaciones y los caracteres de desemejantes personajes, todos ellos vívidamente evidenciados. En Persona (1966), Secretos de un casamiento (1973), Gritos y susurros (1972) y Sonata de otoño (1978), las relaciones de amor-odio entre los diferentes personajes se entremezclan con las temáticas religiosas y filosóficas que cercan sus vidas. La carrera de Bergman se ha extendido a lo largo de tres décadas con obras de gran valor, y un estilo visual impresionante al que acompaña una energía y una inteligencia inimitable.
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