
Expansión de la arquitectura gótica

La influencia de la arquitectura gótica francesa en el resto de Europa fue grande. En España, este estilo igualmente está representado por las grandes catedrales urbanas, si bien en el siglo XV la obra civil recibió mayor relevancia. A lo largo de la fase del gótico clásico, la implantación de las influencias francesas a través de la corte de Fernando III se evidencia en las catedrales de Burgos, Toledo y León. A pesar de ello, las catedrales españolas no fueron copias provincianas de los modelos franceses, y en ellas se perciben características arquitectónicas y decorativas propias de la cultura hispana, como la introducción de elementos mudéjares.
La más próxima a los prototipos franceses es la catedral de León, terminada hacia 1280, que responde a los ideales clásicos de altura y amplias superficies acristaladas con admiradas vidrieras. En el siglo XIV el mayor desarrollo arquitectónico tuvo lugar en Cataluña y Levante, con ejemplos destacados como las catedrales de Barcelona, Palma de Mallorca y Gerona. El modelo de catedral en este área se adecuó a los postulados del sur de Francia, por lo que se ha llamado gótico mediterráneo. Este estilo se caracteriza por el predominio de la planta de salón —durable en la disposición de naves a la misma altura—, la diafanidad espacial, el aprovechamiento de los vacíos entre contrafuertes para alojar capillas, la eshogar iluminación y la supresión de los arbotantes, lo que se traduce en exteriores macizos y sin esa tendencia a la verticalidad propia del gótico francés más ortodoxo.
En Alemania (que así pues se integra al Sacro Imperio Romano Germánico junto a otros territorios de Europa central) el gótico igualmente apareció a lo largo del siglo XIII, aunque en una primera fase convivió con los esquemas románicos autóctonos. En 1248 se inició la catedral de Colonia, que excedía en su altura interior a la catedral de Beauvais y cuyo coro se inspiró en el estilo radiante de la catedral de Amiens. Poco después comienza la de Estrasburgo, en el siglo XIV la de San Esteban de Viena y las catedrales de Praga, Friburgo y Ulm, que destacan por sus esbeltas torres. Igualmente en Alemania se materializó el modelo de iglesia-salón característica del gótico mediterráneo, como se observa en San Lorenzo de Nuremberg (siglo XV).
En Italia y Gran Bretaña la aceptación de los esquemas franceses se encontró con mayores reticencias, de modo que su influencia fue escasa. Las iglesias florentinas y las reminiscencias superficiales del gótico francés en las fachadas de las catedrales de Siena y Orvieto son simples fases transitorias en la evolución que condujo en Italia del románico clasicista a los comienzos de la arquitectura resurgentista en la obra de Filippo Brunelleschi.
En Gran Bretaña, la influencia de la arquitectura gótica francesa tan sólo se expresa en dos ocasiones, una en torno a 1170 con la ampliación oriental de la catedral de Canterbury y otra, a mediados del siglo XIII, en la abadía de Westminster (comenzada en 1245), inspirada en el esquema general de Reims. Por lo demás, los arquitectos ingleses realizaron su propio lenguaje gótico que acentuó la longitud y la horizontalidad. La girola poligonal o semicircular francesa se sustituyó por una cabecera cuadrada, extendida en ocasiones por una rectangular Lady chapel o capilla de la Virgen. Este imputado alargamiento de la planta, a menudo produjo el uso de dos transeptos y la multiplicación de nervios en las bóvedas, algunos de los cuales fueron puramente ornamentales.
El primer gótico inglés (Early style) está representado por la catedral de Salisbury (comenzada en 1220; la torre y la aguja del siglo XV). La introducción de tracería calada en la abadía de Westminster produjo una espectacular evolución de estos elementos. El periodo decorativo próximo (Decorated style), con su profusa ornamentación, cuenta con ejemplos como el coro de la catedral de Lincoln (empezado en 1256), el crucero de la catedral de Wells y la torre octogonal de la catedral de Ely, entre otros.
Logia del palacio papal de Viterbo
Construido entre 1225 y 1267, el palacio papal de Viterbo simboliza uno de los más importantes ejemplos de la arquitectura gótica preservada en esa ciudad italiana, capital de la provincia homónima y situada en el norte de la región del Lacio. Viterbo fue a menudo residencia papal durante la edad media. La logia palaciega (en la imagen), erigida en 1267, está sostenida por una amplia arcada y cuenta con una serie de estilizadas columnas sobre las que vuela una cornisa ornamentada con bajorrelieves.
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