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Antiguo Egipto

Antiguo Egipto

Si uno realiza un ejercicio mental para ver qué ideas e imagenes estallan en su mente cuando piensa en lo que la palabra «Egipto» evoca, es muy probable que encuentre una nube de ideas sobre momias, grandiosas pirámides, dibujos bidimensionales, faraones, papiros, la reina Cleopatra y el río Nilo, entre otros temas. Ciertamente, el cine y la televisión contribuyeron en gran medida a fijar estas imagenes en nuestra memoria y a enmarcar la civilización egipcia como una gran sociedad adelantada a su época que existió en tiempos remotos.

De hecho, todas estas imagenes están vinculadas de alguna manera la historia del antiguo Egipto. Decimos «antiguo Egipto», ya que la civilización no ha existido por casi dos mil años y no debemos confundirla con la nación árabe moderna que ocupa el mismo territorio donde los antiguos egipcios desarrollaron su cultura. La pregunta que surge para nosotros para estudiar la historia antigua de Egipto, es entender lo que las momias, las pirámides, los dibujos de dos dimensiones, los faraones, el Nilo, el papiro y hasta sus reyes tienen que ver con la dimensión cultural, social, económica y política de la civilización.

Cualquier persona que se ha atrevido a leer un poco sobre la historia del antiguo Egipto, ha leído la siguiente frase atribuida al historiador griego y viajero Heródoto, «Egipto es un don del Nilo». Lo que Herodoto pretendía decir es que la civilización egipcia se desarrolló gracias al aprovechamiento del río Nilo. Vamos a tratar de entender por qué se otorga semejante importancia al Nilo para la civilización egipcia comprobando algunos factores que clásicamente son conectados al desarrollo de esta sociedad.

La antigua civilización egipcia

La antigua civilización egipcia perduró alrededor del 3.500 años a.C., a partir de la mitad del IV milenio. Su cultura terminó por derrumbarse con el advenimiento del cristianismo, resistiendo hasta el siglo V d.C., y antes de eso, todos los pueblos que subyugaron a los egipcios a lo largo de su historia garantizaron la perpetuidad de las costumbres, tradicionales, rituales e instituciones locales.

La historia de Egipto no es lineal, aunque la continuidad es una marca de la civilización. Hay sorpresas en el curso de la historia, especialmente durante los períodos de dominación extranjera. Esto significa que hubo momentos de evolución cultural en una sociedad que no trataba de realizar cambios y progresos, pues desde el enfoque de los egipcios la era de oro se encontraba en el pasado distante y no en el futuro. La civilización egipcia observaba siempre el pasado como un modelo inspirador y cualquier cambio podría entenderse como degenerativo. De ahí la significancia de la religión en una civilización donde predomina esos niveles de conservadurismo.

Como se indicó anteriormente, los factores geográficos que influyen en la conformación de la sociedad egipcia son parte de un entendimiento acerca de esta civilización clásica. Antes de Heródoto, Hecateo de Mileto ya tomaba el Delta del Nilo como responsable para la formación social egipcia. Más tarde, fue el historiador griego quien incorporó el Valle del Nilo a ese concepto que considera a Egipto como un regalo de este río con extensión de 1.000 kilómetros de abundante agua.

La ubicación de Egipto era considerada como la mejor posición geográfica para disfrutar de los beneficios del Nilo. El Alto Egipto, rural y abastecido completamente por el Valle del Niño, y el Bajo Egipto en el Delta, formado por numerosas ciudades que se beneficiaban comercialmente de la proximidad con el Mediterráneo, necesitaban buscar un modo de armonizar sus intereses no siempre comunes. El pasado era la orden que debería inspirar el presente.

La preservación de la originalidad de los egipcios fue corroborada por el aislamiento geográfico. Rodeado por el oeste y el este por el desierto líbico y el desierto arábico, con un frente marítimo limitado al norte y una serie de cataratas hacia el sur, Egipto sostenía defensas naturales contra cualquier tipo de invasión enemiga. La ausencia de contacto con otros pueblos y la inexistencia de acciones bélicas podría haber permitido a los egipcios continuar cerrados en relación a la influencia de otras culturas emergentes. Y ese retraimiento no era apenas deseado por los egipcios sino que también era motivo de orgullo.

En una ocasión, los sacerdotes egipcios ya clamaban este pensamiento a los viajeros procedentes de la antigua Grecia: «Ustedes los griegos no dejan de ser más que niños».

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