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Teoría de la Tierra hueca

Teoria de la Tierra Hueca

De acuerdo con esta teoría de la conspiración, la Tierra no sería una esfera sustancial, rellena apenas con lavas volcánicas, sino un cuerpo hueco, con grietas localizadas en los polos. En su parte interna habitaría supuestamente una raza muy elevada en términos tecnológicos, que eventualmente visitaría el exterior a bordo de OVNIs, siendo así responsables por la mayor parte de los supuestos avistamientos realizados por seres humanos en los últimos tiempos. También existen aquellos que afirman que nosotros mismos somos los moradores de la Tierra Hueca –presupuesto conocido como Teoría de la Tierra Invertida.

Varios científicos han creado teorías en relación con un mundo interior probable, habitado tanto como en la superficie. Edmund Halley, astrónomo de la corte real durante 18 años, quien tuvo su nombre donado al cometa de 1682 (el cual como él había previsto volvió el diciembre de 1758), fue el primero en alegar la existencia de ese universo interno. Él crearía la teoría de las cuatro esferas que compartían el mismo centro, dejando escapar para el exterior una atmósfera de luz, la misma que provocaría la aurora boreal, para intentar comprender las irregularidades constantes del campo magnético terreno, las cuales afectaban al funcionamiento de las brújulas. Hombre profundamente religioso, él imaginó que, si había una morada subterránea, ella debía estar poblada por seres creados por Dios.

En el siglo XVIII, otros científicos introdujeron otros cambios en esta teoría, pero nunca la rechazaron completamente. Leonard Euler concibió un sol en el centro de la Tierra, dando luz y calor a los habitantes de este lugar, mientras que Sir John Leslie dio como cierta la existencia de dos soles, Plutón y Proserpina. Hoy en día, los estudiosos han descubierto lo que realmente causa perturbaciones en la esfera electromagnética de la Tierra, pero aún así Halley atrajo seguidores en toda la historia, y ahora no creen menos en estas versiones. Uno de estos discípulos, John Symmes, quedó tan ardientemente unido a la causa, que la probable puerta para el universo interno fue bautizada con su nombre – Agujero de Symmes.

Varios escritores del género conocido como la ciencia ficción también han abordado este tema, como Jules Verne, que ha retratado su existencia en su famoso libro Viaje al centro de la Tierra, y Edgar Rice Burroughs, padre del famoso Tarzán.

A principios de 1970, un nuevo impulso llegó a esta tesis, gracias a una accidental testimonio fotográfico realizado por la Administración del Servicio de Ciencia y Medio Ambiente (ESSA), una agencia del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, que mostró una imagen del Polo Norte sin las nubes que generalmente la cubren, exponiendo un agujero donde debería estar localizado el polo. Esa polémica foto causó sensación en los medios ufológicos. Ray Palmer, editor y ufólogo, utilizo esa representación producida por el satélite ESSA-7 y produjo un texto donde defendía la veracidad de esa grieta en el extremo del planeta.

Estas fotos reforzaron la creencia de Palmer y otros investigadores en la Tierra Hueca y por la existencia de una desconocida civilización superior. Ellos creyeron haber encontrado realmente la entrada para este universo. Esas especulaciones llevaron al renacimiento del antiguo debate acerca de los viajes del famoso vice-almirante Richard E. Byrd al Polo Norte y Polo Sur. Según el estudioso Amadeo Giannini, ese aventurero no solamente habría sobrevolado los polos en 1926 y en 1929, sino viajado hacia el interior de esos inmensos agujeros que condujeron al centro de la Tierra. Palmer, fundamentándose en estos estudios, afirma que Byrd habría transmitido por la radio del avión en que se encontraba el mensaje que estaba observando. Poco antes de morir, el habría dicho que el planeta, en la región del Polo, era un universo encantador y celestial, lleno de misterios. De acuerdo a algunas tesis, él estaría refiriéndose a la mitológica Ciudad del Arco-Iris, centro de una fantástica civilización.

Estos debates sobre las impresiones de Byrd garantizan la munición necesaria para la supervivencia de las teorías de Giannini y Palmer, que creen en la existencia de una reducción de nivel en los polos, la cual constituye un inmenso espacio que atraviesa el eje de la Tierra, de un polo a otro. De una manera u otra, este enigma que ha fascinado la mente del hombre desde tiempos inmemoriales, desde los creadores del héroe babilónico Gilgamesh, pasando por el mito de Orfeo, en la mitología griega, por los faraones egipcias, hasta la creencia budista en el reino de Agharta, civilización remanente de la antigua Atlántida, sumergida en el Océano tras una supuesta erupción volcánica. Mitos, teorías y clásicos de la literatura mantienen vivo hasta hoy el interés por este tema seductor.

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