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Televisión: ¿enemiga o aliada de la educación?

Television educacion

Algunas personas usan la televisión como medio de educación auxiliar. Sabe tan bien dormir un buen sueño el domingo por la mañana mientras los niños asisten sus dibujos animados favoritos de la programación. Hay quien maldice a la televisión por la violencia gratuita y las malas formas que proliferan. ¿De qué lado está la razón? ¿O no está de ninguno? ¿O estará de los dos?

Es cierto que la caja mágica garantiza una liberación de tiempo a los padres que deben ocuparse de otras funciones diarias. Esta niñera tecnológica absorbe las horas de ocio de los jóvenes ocupando momentos de divertimento.

Con respecto a la violencia, cabe a los padres la espinosa misión de seleccionar los programas que los hijos ven, aunque sin radicalismos. Los criterios deben discutirse con ellos mismos, principalmente si ya son adolescentes. Los aspectos a tener en cuenta podrán ser el contenido del programa y su horario. A efectos prácticos, más allá de la violencia, los programas de mal gusto, sexistas y de información sensacionalista son contenidos desaconsejados para cualquier edad. Las propias cadenas de televisión vienen especializándose en cadenas dirigidas a grupos etarios o incluso a una distribución de contenidos basada en horarios.

Televisión en la habitación, ¿sí o no?

Muchos padres deciden ofrecer a sus hijos la posibilidad de disfrutar de sus momentos de ocio y contenidos específicos desde su habitación. Este es un asunto a debatir con los encargados de la educación, señalándose varios aspectos, tanto positivos como negativos. Negativamente podemos señalar:

1. Los padres apenas pueden controlar los programas de que ven sus hijos. No tanto los programas durante el día sino más bien a aquellos nocturnos, más ajustados a contenidos adultos.

2. Los niños pueden ver televisión hasta muy tarde no durmiendo lo suficiente. La salud y el rendimiento escolar son afectados por este tema. Con respecto al segundo punto, es fácil darse cuenta de que alguien que no descansa lo suficiente tiene mayores dificultades en concentrarse y prestar atención a las clases y a los trabajos escolares.

3. Si los jóvenes estudian en el dormitorio, puede encender el televisor y el estudio puede verse perturbado. Además, nunca debe ser una televisión conectada en el lugar de estudio, ya sea en el cuarto o en el salón, pues resulta un poderoso factor de distracción.

4. La publicidad sin un órgano de control adecuado puede influir en comportamientos de consumo y actitudes que moldean sus intereses.

Televisión en la mesa durante las comidas: ¿sí o no?

Una vez más pedagógicamente correcta debe ser negativa. Las comidas son, en muchas familias, los únicos momentos en que todos se encuentran. Hay que aprovechar al máximo para que esa reunión entre los miembros familiares sea efectiva y funcione colectivamente en lo referido a afectos. Son los momentos en que compartir las pequeñas alegrías y tristezas del día, en intercambiar impresiones sobre asuntos de intereses comunes, en hablar de temas importantes o banales, pero hablar y ser oído con interés, placer y cariño. Así, se puede contribuir al desarrollo de la confianza entre los miembros de la familia y fortalecer el hábito de conversar y compartir.

Televisión: ¿aliada educativa?

La televisión, como todos los demás medios audiovisuales, es una buena herramienta pedagógica. Sabemos cuánto los niños aprenden a través de ella. En muchas situaciones puede contribuir a facilitar el aprendizaje de materias escolares. He aquí dos ejemplos:

1. Ver programas en idiomas extranjeros, preferentemente sin subtítulos, puede facilitar su aprendizaje. Según las edades y gustos personales, en las cadenas privadas existe una gran variedad y opciones personalizadas de esos contenidos: dibujos animados, películas, programas musicales, programas deportivos, programas juveniles…Hay canales hablados en inglés, francés y alemán, para permitir la elección del idioma de quienes quieren practicar. Son muchas las ventajas que puede traer este tipo de actividad. Hacer hincapié en la mejora de la pronunciación, ampliación de vocabulario, formación de comprensión de lo escuchado y la creación de la costumbre de pensar en una lengua extranjera.

2. En los canales nacionales a veces hay programas interesantes y que se relacionan con las materias estudiadas en las escuelas por los jóvenes (piezas de teatro o películas basadas en obras literarias, debates, documentales…). Los padres pueden estar atentos a la programación didáctica y aconsejar a los hijos seguirla, acompañándolos si es posible en esta atractiva actividad educativa y lúdica. Los programas de este tipo extrañamente pasan en horas prime-time. En ese caso, puede ser hecha una grabación para un posterior visionado.

Como conclusión, podemos decir que la televisión no es un ángel o un demonio. El adulto debe ser un mediador entre la televisión y sus hijos, así que hay criterios y normas sobre su uso. Estos son, de hecho, importantes en todos los aspectos de la educación de los niños. La supervisión del adulto niño observando algunos programas también es extremadamente importante para permitir el diálogo con ellos. De esta manera puede contribuir al desarrollo del espíritu crítico y un sistema de valores, en lugar de fomentar un consumo pasivo de todos los productos de la televisión.

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