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Síndrome de Asperger y educación

El Sindrome de Asperger

El Síndrome de Asperger es un trastorno del desarrollo global cuya etiología no está todavía completamente establecida, aunque existan fuertes evidencias de que este síndrome sea provocado por factores orgánicos diversos, que afectan al desarrollo de algunas áreas del cerebro. Este síndrome es generalmente considerado como una forma de autismo, habiendo sido descrito por primera vez por el pediatra, investigador y profesor alemán Hans Asperger (1906-1980), en 1940.

Aunque las personas con este tipo de diagnóstico pueden diferir mucho de unos a otros, todos ellos comparten un grupo común de dificultades básicas. Todas ellas disponen de desviaciones y anomalías en tres áreas de desarrollo: comunicación, flexibilidad mental y relacionamiento social. Las dificultades de relación social, contrario a lo que sucede en el autismo, no resultan del hecho de la persona vivir en su propio mundo y no interactuar, sino de la falta de efectividad de las interacciones, es como si esos niños tuviesen dificultad en establecer conexiones sociales. Christopher Gillberg, médico sueco, describió esto como un desorden de empatía, es decir, una incapacidad de leer las necesidades y perspectivas de los otros para responder adecuadamente.

En términos de comunicación, las personas con este síndrome, a pesar de realizar un desarrollo del lenguaje, tienen una comprensión cambiante de todo lo que gira en torno a la comunicación. Por lo tanto, a menudo hablan con un tono monótono de voz y con un pobre control de volumen y entonación, centran las conversaciones sobre sus temas favoritos hasta repetirlas con una excesiva monotonía, tienen dificultad para entender bromas, dobles sentidos y metáforas, tienen déficit en términos de expresión facial y gestos y dificultad para entender el lenguaje corporal de los demás.

La falta de flexibilidad mental se manifiesta en la resistencia al cambio, ante la insistencia por mantener el medio ambiente y el desarrollo de rutinas y rituales. Las personas con este síndrome desarrollan de forma muy intensa intereses limitados y poco usuales demostrando, a veces, una cierta obsesión por áreas intelectuales específicas. La descoordinación motora parece ser otra particularidad de la gran parte de los portadores de este síndrome, que presentan dificultades específicas en actividades que dependen de coordinación, como, por ejemplo, andar en bicicleta. Tal como los autistas, muchos de ellos presentan movimientos repetitivos y estereotipados, como balancearse y ejecutar movimientos oscilatorios.

Lo que distingue el síndrome de Asperger del autismo es el hecho de que sus portadores tienen menos problemas con el desarrollo del lenguaje y resulta menos probable que tenga dificultades de aprendizaje, ya que presentan un promedio de coeficiente intelectual o por encima de la media. Además, presentan importantes áreas fuertes, tales como una memoria mecánica distinguida, una extraordinaria concentración – aunque centrada en intereses limitados –, un vocabulario extenso, conocimientos muy avanzados y habilidades en áreas de tecnología, ingeniería o ciencia.

Después de esta caracterización será probablemente más fácil comprender las estrategias y sugerencias que son necesarias para atender las necesidades educativas especiales de estos niños. Aunque la expresión ‘cada caso es un caso’ ya esté exhausta debido a su uso, no hay duda de que sigue siendo muy actual. Si a partir de un caso concreto pudiéramos hacer generalizaciones, entonces todo sería más fácil, pues tendríamos finalmente encontrada una receta por la cual tantas veces suspiramos. Todo esto para decir que, aunque no existan recetas relativamente a mejorar la forma de lidiar con jóvenes y adultos con síndrome de Asperger, existen algunas estrategias que al ser usadas en la sala de aula ayudarán a dar respuesta a las necesidades educativas especiales de tales personas.

Las sugerencias que serán presentadas aquí son generales y, por lo tanto, tienen ajustarse a las necesidades singulares de este síndrome. Los cambios, aunque mínimos, y la incerteza son fuentes de gran ansiedad para estos niños, siendo por ello fundamental crear un ambiente marcado por la previsibilidad y la seguridad, donde las transiciones sean minimizadas. La existencia de rutinas consistentes y la preparación previa para cualquier eventual sorpresa es fundamental para su bienestar. Por el hecho de estos niños presentar grandes dificultades en comprender las complejas reglas de interacción social y consecuentemente no saber interactuar, existe mucha dificultad en establecer lazos de amistad, acabando frecuentemente por funcionar como chivos expiatorios. Esta característica implica que niños con Asperger deban ser objetivo de mayor protección e incentivados a participar con sus compañeros.

Estos niños también deben ser enseñados y entrenados para establecer interacciones bidireccionales y para desarrollar un repertorio de respuestas que pueden usar en diferentes situaciones sociales. Movilizar a un colega más sensible, con el fin de darle un apoyo especial, ya sea dentro o fuera del aula, también puede ser muy útil. Una barrera al aprendizaje de los niños con este síndrome es su limitado campo de intereses. A menudo, éstos cuentan con un ajuste en un área en particular y se niegan a aprender todo lo que no encaja en esa área en particular. Una estrategia para lidiar con esta situación es usar las fijaciones del niño para ampliar su repertorio de intereses. Si el niño solamente se interesa por estudiar a los animales, puede, por ejemplo, ser llevado a interesarse por los biomas de los animales y por todo aquello que se relacione con el medio ambiente. Limitar el tiempo en que es permitido al niño hablar sobre sus intereses específicos y usar el refuerzo positivo para aumentar la frecuencia del comportamiento deseado son también estrategias generalmente eficaces.

Otra área débil de estos niños es la concentración generalizada, ya que éstos a menudo se sumergen en su complejo mundo interior. Para hacer frente a esta situación, es esencial que el maestro estructure muy bien las actividades y colocar a estos en filas próximas. Además, podrá también ser ventajoso el uso de señales no verbales, por ejemplo, un toque en el brazo siempre que el niño esté atento. Aunque, en la mayoría de los casos, los niños con síndrome de Asperger tengan una inteligencia superior a la media (especialmente en la esfera verbal) y una excelente memoria, presentan dificultades de comprensión, un bajo nivel de abstracción y déficits en la resolución de problemas. Atendiendo a las razones expuestas es importante que estos niños tengan un currículo académico altamente individualizado y estructura de forma a obtener éxito.

En ciertos casos puede también ser ventajoso que se beneficien de explicaciones adicionales sobre las materias, sobre todo si los temas a estudiar resultan demasiado abstractos. En lo que se refiere a evaluación, teniendo en cuenta que son niños con necesidades educativas especiales permanentes, tienen todo el derecho de beneficiarse de un análisis individualizado que va en encuentro a esas mismas necesidades así como también disfrutar de las diferentes medidas de apoyo que la escuela disponga y que los profesores consideren necesarias. A pesar de que cada caso es un caso, esperamos que estas sugerencias generales puedan ser útiles para después ser debidamente adaptadas.

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