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Pablo Escobar

Pablo Escobar

Pablo Emilio Escobar Gaviria, de Colombia, era conocido en cualquier lugar por su primer y tercer nombre. Fue un mito del narcoterrorismo y uno de los hombres más ricos de la década de 1990. Apellidado cariñosamente de Don Pablito o El Patrón, encabezó el cartel de Medellín, traficando miles de millones de dólares en cocaína con su dócil política de plata o plomo. Había dos opciones para quienes eran un obstáculo en su camino: o eran sobornados o eran asesinados.

Inteligente, el criminal ayudaba a los pobres en Colombia y utilizaba la ideología anti-imperialista para camuflar sus acciones ilegales, ganando apoyo de la mayoría de los colombianos. Por ejemplo, Escobar construía estadios de fútbol y financiaba algunos equipos profesionales de la ciudad; decía coger dinero de los ricos para entregarlo a los pobres, creando una imagen de Robin Hood moderna. Con eso, el pueblo de Medellín se encargaba de su protección, guardando informaciones y haciendo difícil su captura por las autoridades.

Tuvo una infancia pobre, alimentando todavía más su imagen de proximidad con los más desfavorecidos. Nació en una cabaña en un barranco en la ciudad de Rionegro, en Antioquía. Fue el tercero en nacer entre sus seis hermanos y recibió la educación propia de un campesino de la época a través de su padre, Abel de Jesús Escobar, de una profesora de enseñanza media y su madre Gaviria Hemilda. Pronto se interesó por el ámbito político formándose en Ciencias Políticas. Más tarde desistió por no conseguir pagar la mensualidad exigida en la facultad. Así escogió la solución para sus problemas en el mundo del crimen, inicialmente asaltando tumbas y revendiendo las mercancías sustraídas a los contrabandistas. Sin embargo, Roberto Escobar, su hermano, niega esos hechos.

De cualquier forma, Escobar ejercía otras actividades ilegales en el inicio de su carrera criminal. Comenzó con pequeños asaltos como contrabando de cigarrillos falsos y venta de billetes de lotería falsificados. A los 20 años, ya era un veterano ladrón de coches, al mismo tiempo que actuaba como guardaespaldas. Antes de entrar en el comercio ilegal, consiguió 100.000 dólares secuestrando a un ejecutivo de Medellín. Escobar empezó a lucrarse de manera acelerada prestando servicios al contrabandista Álvaro Prieto y, a los 22 años, Pablo se había convertido en millonario.

En 1975, Escobar comienza a involucrarse en el tráfico de cocaína. Hizo viajes de ida y vuelta entre Colombia y Panamá, ayudando a la importación de drogas en Estados Unidos. Comenzó a ganar notoriedad cuando ordenó el asesinato de Fabio Restrepo, comerciante de Medellín que trató de matarlo. Un año más tarde, Escobar y sus hombres fueron capturados con 18 kilos de pasta base, utilizada en la composición de la coca, en uno de sus viajes de retorno de Ecuador. Después de este incidente, Pablo iniciaba sus primeros intentos de soborno. Compró algunos jueces de Medellín y consiguió que el caso fuera archivado. Fue ahí cuando comenzó su política de lidiar con autoridades matándolas o sobornándolas; el famoso sistema de plata o plomo.

Pablo Escobar narcotraficante

Durante los años 80, su red de distribución de drogas gana gran repercusión internacional. El cartel de Medellín era una figura clave en el contrabando de la cocaína que llegaba a los Estados Unidos a través de México, Puerto Rico y República Dominicana. Fuera de eso, otros mercados alcanzados por el cartel fueron el europeo y el asiático.

Escobar hizo lo necesario para lograr sus objetivos. Fue culpado por la muerte de tres políticos colombianos que compitieron por la presidencia, por la explosión de un avión de Avianca 203, por el atentado contra el edificio de seguridad pública de la ciudad de Bogotá y por las guerras sangrientas con el cartel de Cali. Según algunos historiadores, Pablo envió cartas a sus víctimas, invitándolos a su propio funeral, que tuvo lugar precisamente en las fechas sugeridas por el terrorista.

En 1991, después de haber cometido el asesinato de Luis Carlos Galán, candidato a la presidencia, Escobar llegó a un acuerdo con el gobierno colombiano para evitar su extradición a los Estados Unidos o su muerte por el cartel de Cali. Presionado por las autoridades y la opinión pública, Escobar fue detenido en una cárcel de lujo, construida por él mismo, La Catedral.

Después de este episodio, la extradición de ciudadanos colombianos fue prohibida y una nueva constitución fue aprobada. Sin embargo, se sospecha de que el rey de coca haya influido en algunos miembros de la Asamblea Constituyente. Incluso encarcelado, Escobar seguía financiando sus actividades ilegales, aumentando su recaudación. Ya en 1992, fue trasladado a otra prisión, pero terminó escapándose durante la transferencia con miedo de ser extraditado para los Estados Unidos. Como él mismo decía, ‘Prefiero una tumba en Colombia a una celda en los Estados Unidos’.

La guerra contra el narcotraficante llegó a su fin cuando el equipo colombiano de especialistas en electrónica utilizó una tecnología de triangulación de radio –creada por las autoridades americanas– para dar con el paradero de Escobar. Aprovechando su localización, buscaron un momento con la guardia bajada del narco para su captura. Fue hallado desprevenido en un barrio de clase media de Medellín. Después de un tiroteo, el traficante terminó acorralado en un tejado y recibió varios impactos de bala. Algunos disparos alcanzaron su pierna, otros su espalda, pero el golpe fatal fue con una bala próxima al oído. A pesar de ser la versión más aceptada, existen otras alternativas a este acontecimiento. Del episodio quedan apenas algunas fotos de policías colombianos posando detrás del premio, el descalzo cuerpo de Pablo Escobar.

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