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Nuevos gases que amenazan la capa de ozono

Nuevos gases que amenazan la capa de ozono

A principios de marzo del año de 2014, los científicos en la Universidad de East Anglia, Reino Unido, liderados por el científico atmosférico Johannes Laube, publicaron resultados de sus estudios recientes en la revista Nature Geoscience, en que relataron el descubrimiento de cuatro nuevos gases que amenazan la capa de ozono. Ellos son: CFC-112, CFC-112a, CFC-113a y HCFC-133a.

Los científicos hicieron el descubrimiento después de estudiar los bloques de nieve que lograron preservar naturalmente aire hasta 100 años pudiendo evaluar su composición. Con eso, ellos vieron que esos nuevos gases que amenazan la capa de ozono son oriundos de actividades humanas, pues ellos no estaban presentes en ella hace cerca de 54 años. Los estudiosos analizaron muestras de aire no contaminado recogidas en el Cabo Grim, una región de la isla de Tasmania, Australia, entre 1978 y 2012, y muestras extraídas de la nieve de Groenlandia en 2008, utilizando cromatografía gaseosa con detector de espectrometría de masa.

Los nombres sistemáticos de estos cuatro gases causantes de la destrucción de la capa de ozono son, respectivamente: 1,1,2,2-tetracloro-1,2-difluoretano, 1,1,2,2-tetracloro-2,2-difluoretano, 1,1,1-tricloro-2,2,2-trifluoretano y 1,1,1-trifluor-2-cloroetano.

Observemos que tres de esos gases descubiertos que degradan la capa de ozono son del grupos de los CFCs (clorofluorocarbonos), cuyas estructuras son constituidas solamente por átomos de carbono, flúor y cloro, como su nombre indica.

Lo nuevo es que los gases CFC previamente conocidos por causar la destrucción de la capa de ozono eran los siguientes: CCl3F (CFC-11), CCl2F2 (CFC-12), CClF2CClF2 (CFC-114) y CClF2CF3 (CFC-115). Los países que fueron los principales emisores de estos gases, que los usaban principalmente como propelentes de aerosoles (sprays) y para la refrigeración en congeladores, firmaron un acuerdo en 1987 – el Protocolo de Montreal – que quedaba comprometido a disminuir gradualmente el uso de CFCs en sustitución por otros gases menos amenazantes a la capa de ozono. La prohibición total del uso de esas sustancias entró en vigor en 2010.

Sin embargo, estos nuevos CFCs descubiertos indican que mientras que pararon de usar los anteriores CFCs, alguien está utilizando estos químicos en una escala mucho mayor, conforme explica Laube, revelando que la presencia en la atmósfera de esos nuevos gases está creciendo muy rápidamente, pues duplicó en los últimos dos años, principalmente la concentración del CFC-113a. Se estima que fueron liberados en la atmósfera antes de 2012 cerca de 74 mil toneladas de esos cuatro nuevos gases que destruyen la capa de ozono.

Nadie sabe todavía con certeza el origen de estos nuevos gases descubiertos. Sin embargo, algunas posibilidades están siendo investigadas, tales como el hecho de que son materia prima en la producción de insecticidas utilizados en la agricultura, en la producción de solventes para material de limpieza de componentes electrónicos y en la fabricación de refrigeradores.

Las investigaciones continúan porque, a pesar de la concentración de estos gases todavía ser relativamente pequeña comparada con la cantidad de CFC que fue lanzada a la atmósfera en la década de 1980 (más de 1 millón de toneladas por año), están acumulándose en la atmósfera en índices significativos. La degradación del ozono está ocurriendo y seguirá por mucho tiempo, incluso si se detuvieran tales emisiones.

Otra preocupación es que el cuarto nuevo gas descubierto es el HCFC-133ª, que forma parte del grupo de los HCFCs (hidroclorofluorocarbonos), cuyas estructuras, además de estar formada por átomos de carbono, flúor y cloro, como los CFC, también tienen átomos de hidrógeno. El aspecto que alerta es que los HCFC son algunos de los compuestos usados para reemplazar los CFC en la fabricación de refrigeradores. Por lo tanto, los gases que deben ser la salida del posible problema, también resultaron por convertirse en una nueva amenaza para la capa de ozono.

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