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¡Mamá, tuve una pesadilla!

Pesadillas niños

Los sueños son el resultado de la asociación entre contenidos almacenados en nuestra mente. Este contenido desfilará en nuestros sueños según una secuencia determinada: en primer lugar es activado el contenido más reciente, es decir los acontecimientos del propio día y solo posteriormente los contenidos más antiguos. La mezcla de contenidos más actuales con los del pasado dota a nuestros sueños de un cierto sentido.

Generalmente el contenido del principio de un sueño se relaciona con nuestros últimos pensamientos. Si vamos a la cama pensando en algo es natural que soñemos con eso. Si al tumbarnos pensamos en lugares, personas o situaciones agradables, estas podrían ser parte de los primeros contenidos de nuestro sueño. Lo mismo sucede en los niños.

Las pesadillas son sueños marcados por un gran terror que lleva a la persona a despertar muy alarmado y angustiado. En los niños las pesadillas emergen por primera vez entre los 3 y 6 años de edad y usualmente contienen enormes animales y personajes monstruosos. El temor de que la pesadilla se repita a menudo conduce a los niños a tratar de evitar dormirse nuevamente.

Las pesadillas son generalmente asociadas con situaciones de ansiedad, tristeza, experiencias traumáticas o de gran estrés. La ansiedad en los niños es a menudo asociado con las transiciones de la vida significativos, tales como: entrada en la escuela, cambio de ciclo, pasar a dormir solo, muerte de un familiar cercano. Otras situaciones, como la separación de los padres, hospitalizaciones prolongadas o simplemente leer u observar una obra de terror puede conducir a la aparición de las pesadillas.

Aunque las pesadillas no constituyan por sí mismo motivo de alarma, los padres pueden tomar algunas medidas para ayudar a sus hijos a lidiar con ellas. Aquí están algunas sugerencias:

  • La primera medida a tomar es tratar de tranquilizarlos, mostrándoles que nada ha pasado o pasará porque como las historias, las pesadillas forman parte de la imaginación, lugar de donde no escaparán.
  • Trate de mostrarle que igual que en los dibujos animados también en sueños sólo vencen los buenos. Siendo él la persona buena, cualquier enemigo en su camino será derrotado sin mayores dificultades.
  • Establece una rutina de relajación y cariño a la hora de acostarse. Leer un cuento sin monstruos o fantasmas puede ser una buena estrategia para conseguir conciliar el sueño con tranquilidad y serenidad.
  • Ayudarle a encontrar un objeto favorito y especial que considera protector. Este objeto debe estar junto a él en la cama para su protección frente a los malvados personajes de sus sueños.
  • Enseñarle desde temprana edad a dormir solos. Ello les dará confianza y seguridad. Si el tiempo que el hijo duerme con los adultos se prolonga demasiado en el tiempo o si se permanece junto a él hasta quedar dormido, apenas se facilitará la aparición de pesadillas.
  • En presencia del niño no mostrar preocupación por sus pesadillas. Si se hace, el niño sentirá que realmente son motivo de preocupación. La actitud de desdramatización es sin duda la más correcta.

Hablando en términos generales las pesadillas son frecuentes en la infancia y desaparecen con la edad, así que no hay ningún motivo de gran preocupación. Sin embargo si éstas se vuelven muy frecuentes e impiden de una forma sistemática que el niño repose puede ser importante consultar a un experto.

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