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La reina de las nieves

La Reina de las Nieves

La reina de las nieves (en danés: Snedronningen) es un cuento de hadas de autoría del autor Hans Christian Andersen, publicado por primera vez el 21 de septiembre de 1844. El cuento gira alrededor de la lucha entre el bien y el mal vivida por un chico y una chica, Kai y Gerda. A pesar de ser uno de los cuentos más largos, Andersen tomó apenas cinco días para escribirlo.

Resumen

Un malvado enano había fabricado un espejo mágico, que transformaba en malas a todas aquellas personas que en él se mirasen. Pero el espejo se rompió y sus pedazos fueron extendidos por el mundo. Dos de ellos llegaron al lugar donde dos niños jugaban, Gerda y Pedro, penetrando en los ojos y en el corazón del niño que, desde aquel momento, se transformó en el peor chico de la ciudad.

Cuando llegó el invierno, iba Pedro, un día, montado en su pequeño trineo por las calles cubiertas de nieve, cuando vio un gran trineo blanco que corría velozmente. Lo enganchó al suyo en aquel momento y, de ese modo, lo hizo arrastrar en la vertiginosa carrera. Pero vio, logo, con terror, que el misterioso vehículo salía de las murallas de la ciudad y se precipitaba por los campos. Por fin, el trineo se detuvo y él cayó frente a la Reina de las Nieves, completamente vestida de blanco, que se inclinó para el joven besándolo. Al sentir aquel beso, Pedro quedó adormecido. El hada lo tomó en sus brazos y lo llevó a su país lejano.

Los días pasaron y Gerda espera en vano a Pedro, que no regresaba. Después de todo el tiempo pasado, se decidió a buscarlo por todo el mundo. Se dirigió para el río, subió a una barca y se dejó llevar por la corriente. La embarcación, después de mucho navegar, fue a detenerse en un jardín lleno de flores, donde había una vieja que la acogió cariñosamente y la condujo a la pequeña casa hecha de vidrios coloridos. Allí la peinó con un peine mágico y la chica de todo se olvidó y quedó, en aquel jardín encantado, viviendo muy feliz. Un día, sin embargo, vio unas rosas que le recordaron a su hermano desaparecido. Resuelta a encontrarlo, huyó para el bosque y caminó mucho, sin sentirse fatigada, hasta que encontró una chica, que vivía en una casa en ruinas. La desconocida, al escuchar la historia de Gerda, quiso ayudarla y la llevó para su casa, donde preguntó a las palomas, posadas en el tejado, si sabían sobre Pedro. Ellas replicaron afirmativamente.

La chica en el bosque le dio un magnífico ciervo que había tenido durante mucho tiempo para llevarla hasta el palacio de la Reina de las Nieves. En seguida ayudó a la pobre Gerda a montar a lomos del animal que partió con prontitud. Atravesaron campos, bosques, pantanos y por fin llegaron a Finlandia, donde estaba situado el castillo de hadas y el ciervo hizo a la chica bajar en el jardín.

Al quedar sola, Gerda vio caer a su alrededor grandes copos de nieve, que se juntaron, buscando ahogarla. Pero la chica oró con fervor e, inmediatamente, todo se calmó. Entonces, la chica entró en el castillo, donde encontró Pedro, que estaba solo y no la reconoció. Gerda lo abrazó, llorando y sus lágrimas, al penetrar en el corazón del chico, hicieron salir el fragmento del espejo, que en él se había atascado. Pedro también lloró y, de ese modo, el otro fragmento que había penetrado en sus ojos también salió. El chico, solo entonces, reconoció a su pequeña amiga y con ella huyó de aquella prisión helada. El ciervo los esperaba fuera para llevarlos de regreso a su país.

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