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La biblioteca de Babel

La libreria de Babel

La biblioteca de Babel es un cuento de Jorge Luis Borges, insertado en el libro Ficciones en 1944. Este cuento, esencialmente metafísico, habla de una realidad en la que el mundo está constituido por una biblioteca infinita, una miríada de libros incontables. El narrador, uno de los muchos bibliotecarios, asume que los volúmenes de la biblioteca contienen todas las posibilidades de la realidad. Algunos no tiene ningún sentido, o lo hacen en una lengua hace mucho desconocida. Otros son meras repeticiones de una misma palabra. Se busca incesantemente alguien que sepa descifrar los mensajes contenidos en los misteriosos volúmenes, que sería lo correspondiente a un dios.

Entre las varias interpretaciones posibles del cuento de Borges, uno se da cuenta de que se trata de una gran metáfora en que mundo y literatura se confunden. Leer un texto es intentar descifrarlo, pero si consideramos que el propio mundo está impregnado de lenguaje, la propia realidad puede ser considerada como una gran biblioteca llena de textos a la espera de ser descifrados.

La biblioteca de Babel puede entenderse como una metáfora de la sociedad de la información como un todo. Cuando es comparado el universo con una biblioteca, tenemos la primera referencia al mundo como un repositorio de información donde se reúnen estructuras de todo tipo. Esa realidad se resume en el hecho de que vivimos en una sociedad de consumo, globalizada, virtualizada, es decir, un sistema de comunicación que habla cada vez más una lengua universal digital y promueve la integración global de la producción de palabras, sonidos e imágenes de nuestra cultura.

El propósito de Borges, por medio del texto escrito, servirá perfectamente a la intención de integrar la realidad imaginaria a la real de la sociedad de información. En el fondo, el cuento representa fielmente los dilemas de esa sociedad. Se trata de una sociedad en red, tal como una neurona cuyos prolongamientos forman las galerías hexagonales, que se comunican entre sí. La biblioteca, en realidad, es la transfiguración del mundo real al virtual.

Análisis

El arte imita a la vida; la vida imita al arte. Son dos certezas para perpetuar en la forma de un círculo. Lo mismo ocurre con la literatura de ficción. En el momento dado, la vida cotidiana se transforma en literatura; en el otro, la literatura cae en la vida real alterándola. Es difícil definir donde uno empieza y donde acaba, donde lo palpable y tangible deja de ser ficticio, donde lo ficticio deja de ser posible.

Las artes, en general tienen la capacidad para retratar el momento sin definirlo objetivamente. Así, la literatura externaliza pero no necesariamente deja explícitos los contenidos presentados gráficamente al lector, el intérprete del mundo. El hecho es que la literatura y la vida real complementan mutuamente hasta el punto de convertirse en inviable (injustificable, inútil, irrelevante) trazar los límites entre ambas dimensiones.

El título del cuento remite al relato bíblico de la torre de Babel, reemplazado aquí por la biblioteca. En la Biblia, la historia se encuentra en Génesis y reza así:

Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió[a] Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.
Génesis, 11

El significado del pasaje parece ser claro, pero no lo es completamente. Ciertamente, la ira divina por la soberbia del hombre es justificable en términos de la cristiandad, puesto que el orgullo no es más que una tapadera para el vicio de la vanidad. Y vanidad, según sentido común, aliena al individuo, produciendo una gradual subversión de los valores que predica la moral cristiana.

Sin embargo, por otro lado, debe recordarse que Babel significa confusión y que confusión aparece como un instrumento de poder, es decir, una fuerza superior introduce un elemento disociativo, que no es más que un mecanismo de control de las masas. En la Biblia, el ejercicio de este control tiene un propósito educativo y se basa en una práctica que busca hacer el bien a la sociedad.

El uso del término Babel en el cuento de Borges sin duda quiere traducir algo entre confusión y organización, poder y desprendimiento, atemporalidad y finitud, incertidumbre e infinito. El título del cuento he encontrado elementos que son, por naturaleza, contradictorios: la biblioteca (centralización) y Babel (descentralización). Siendo más simplista, tal vez, entonces, Babel quiera decir sólo la multiplicidad de formas que requieren de una multitud de lectores con variadas interpretaciones. O todas las formas dentro de una única forma.

No podemos olvidar, sin embargo, que el mundo, en la visión del autor significa conocimiento y, a su vez, conocimiento es comunicación e interconexión.

Consideracions finales

La biblioteca de Babel presenta un retrato de la sociedad de la información (y no sólo del ciberespacio) bajo diversos aspectos.

El primer aspecto (hexágonos): la sociedad de la información se estructura en red, con conexiones que apuntan infinitamente para otros conectores, en una forma de comunicación de todos para todos. La posibilidad de efectuar conexiones con todos los puntos de la red, sin embargo, no permite que se tenga una visión general que la red asume.

El segundo aspecto (la biblioteca): la sociedad de la información es la cultura virtual. La virtualidad desempeña un papel importante, puesto que es responsable de la creación de un supra-realidad que envuelve dos limitaciones existentes en el pasado: espacio y tiempo. Obviamente, la superación de esas dos barreras crea la movilidad, una forma ágil de preservarse contra lo que se constituye como una amenaza. A pesar de ello, la movilidad solo tiene valor cuando se tiene poder sobre la disponibilidad de información.

El tercer aspecto (los libros): la sociedad de la información es un amplio stock de información. Esta información actúa como una extensión de memoria, llevando el poder a quien sabe encontrarla y a quien mantiene una mayor proximidad de las que poseen real importancia.

Cuarto aspecto (el contenido de los libros): la sociedad de la información es alienante. Hay una tendencia natural al uso de metalenguajes para la configuración de meta-información. Toda forma de criptografía o de reglas no claras y definidas revela una manera perversa de dominación. La tecnología actúa también como medio condicionante.

Quinta aparición (desorden): la sociedad de la información es cíclica: un ciclo vicioso, perverso. Por medio de la edificación de la virtualidad tal vez haya dejado de existir el libre albedrío; el juego seduce. El orden dominante no está claro, pues el objetivo es mantener indirectamente entrelazado todo, vigilando y controlando sin que ejecute una interferencia dirigida.

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